El pasado 14 de septiembre una turista que se encontraba en la localidad de Gallura (Cerdeña) tuvo un sorprendente gesto. La mujer compró una langosta por 200 euros en un restaurante y pidió que, en vez de cocinarla, la metieran en un cubo con agua.
Seguidamente, la turista salió del establecimiento con el cuba y, tras acariciar la langosta, la dejó caer en el mar.