Opinión

Confrontar

NO ESCARMIENTO. Tengo la manía de entablar conversación con cualquiera en los lugares y situaciones más insólitas. Estoy de paso por Madrid y he ido a visitar a un matrimonio amigo. No estaban en casa y el portero me ha acogido para aliviarme la espera. Sí, en la capital del reino aún quedan porterías atendidas por los últimos de la especie. Dialogando con él he aprendido a diferenciar entre porteros y conserjes, pero no voy a desviarme con ese tema, por cierto, sociológica y laboralmente muy sustancioso.

Resultó que el individuo es descendiente de una familia de Betanzos y lleva a Galicia en el corazón. No tardó un suspiro en preguntarme por qué Feijoo no se presentó a las primarias de su partido. Según él, «el PP no habría entrado en el carril reaccionario de Vox». Como miles de gallegos no tuve un recado convincente para darle y a reglón seguido temió «que don Alberto se contagie de los disparates de Casado» porque «últimamente lo veo con ganas de boxear, no hace más que dar puñetazos al aire». Tampoco fui quien de razonar el porqué de los enfados del Presidente de la Xunta con el Gobierno de España, recién estrenado. «Le achaca a Sánchez lo errores que no afeó a Rajoy. Los incumplimientos con Galicia son de nuestro paisano», dijo el buen hombre cargado de razón. Llegados ahí pretendí explicarle las teorías estratégicas de la confrontación.

Como sabes, en Galicia ya estamos en campaña electoral, le dije tratando de ser didáctico. Y por las sedes de los partidos ruedan unas teorías, no sé si peregrinas, que pregonan los beneficios de tensionar la situación entre las administraciones para conseguir audiencia y votos. Y así vemos cómo las asociaciones de vecinos se enfrentan con los ayuntamientos, las corporaciones municipales lanzan sus dardos contra el gobierno autonómico, este se levanta en armas contra el Gobierno central y el del Estado acusa de sus desgracias a los designios de la Unión Europea, quien a su vez lanza una armada invencible contra las políticas de Trump en los EE.UU., ahora enfrentado con China. Y así, de un plumazo global, descubrimos que los males de Betanzos vienen del eterno peligro amarillo. ¿Entiendes?

«Sí —me respondió—, Franco utilizaba Gibraltar y la pérfida Albión para, confrontando con un enemigo exterior, asegurarse la unidad del pueblo. Aznar y Trillo lo imitaron usando la isla de Perejil, con poca fortuna. Siempre la misma música con diferentes letras». Le acepté el razonamiento.

Sí —me respondió—, Franco utilizaba Gibraltar y la pérfida Albión para, confrontando con un enemigo exterior, asegurarse la unidad del pueblo. Aznar y Trillo lo imitaron usando la isla de Perejil, con poca fortuna. Siempre la misma música con diferentes letras

Además, dije, en nuestra confrontación electoral autonómica, al disparar contra Sánchez, Feijoo ningunea a la oposición gallega, especialmente a Gonzalo Caballero, líder del PSdeG, que está a un paso de destronarlo, apoyado por las otras izquierdas, por primera vez, entonando los compases de las mismas arias sin generar disonancias.

Como se ve, yo me había quedado en la nata del asunto. Pero mi interlocutor puso los pies en la tierra y me dijo contundente: «lo grave es que la confrontación también anda por los rellanos de las escaleras, divide los sentimientos de la vecindad e, incluso, de las familias. Y eso no es nada bueno aunque dé votos, que lo dudo». Y en estas aparecieron mis amigos. Les comentamos algo de nuestros diálogos y el portero puso el punto final: «Buen conversador su amigo, don Luís, pero muy gallego. Echa balones fuera y no se moja nada». Todo se pega y no escarmiento.

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