Opinión

Un receso para trabajar

El Concello aprobó el presupuesto en una semana marcada por un puente y Santa Rita

HAY SEMANAS en las que uno se pregunta si tiene sentido cubrir la información municipal en un Concello que trabaja al ralentí y que aprovecha cualquier festividad, aunque sea propia, para echar el cerrojo y decirle al ciudadano aquello de vuelva usted mañana, que ya veremos.

Y es que más de un lucense o de un visitante de esos que acude a diario al consistorio a preguntar dónde está la recóndita oficina de turismo se encontró ayer con la puerta cerrada a cal y canto, sin ni siquiera una nota avisando de que se celebraba la festividad de Santa Rita, que coincide en domingo pero se adelanta al viernes por aquello de no perder la costumbre de librarla. Solo aquellos ediles o empleados de la alcaldía voluntariosos se dieron cita en las dependencias municipales, provistos eso sí de llave para acceder. El resto de los mortales quedaron emplazados a volver por donde habían llegado.

La festividad de los funcionarios locales y el cierre de la casa de todos los lucenses podrían haber quedado en una anécdota si no fuera porque esta misma semana los administrados también sufrieron los efectos del puente por el Día das Letras Galegas, de tal forma que el lunes las oficinas municipales trabajaron casi con servicios mínimos, con las consiguientes molestias para quienes no pudieron ser atendidos. De hecho, el servicio de Tesorería permaneció cerrado esa jornada varias horas, no se sabe si por falta de personal o, como dijo el Concello, "por problemas informáticos", aunque las airadas protestas de algunos ciudadanos consiguieron que se volviese a abrir la ventanilla al público.

La única buena noticia de la semana para los lucenses fue la aprobación definitiva de los presupuestos municipales en una sesión extraordinaria que se celebró el miércoles. Fue un pleno exprés, muy diferente de los maratonianos como el que se prepara para el próximo jueves y, de hecho, los portavoces de los distintos grupos apenas tuvieron tiempo para confrontar pareceres, dado que se mantuvieron los mismos turnos de intervención que los fijados para debatir cualquiera de las peregrinas proposiciones que a menudo llegan a pleno.

Lugonovo volvió a confiar sus votos al PSOE en un nuevo auto de fe con los socialistas que no se sabe qué peaje le supondrá a final de mandato. El PP votó en contra y el resto de la oposición se abstuvo para evitar la parálisis en el Concello. El portavoz nacionalista, Rubén Arroxo, fue el más explícito a la hora de exponer este argumento y llegó a decir que la sensación que tiene ahora la calle es que el ayuntamiento está parado.

Y seguramente esta semana era la mejor para la lanzar tal pulla, ya que puede que algún funcionario haya aprovechado para pedirse unos '‘moscosos’' y planificar un macropuente de esos que el Gobierno de Mariano Rajoy y los grupos del Congreso habían pactado eliminar en los años duros de la crisis, pero que las citas electorales han convertido ya en papel mojado.

Al menos a partir del próximo lunes ni el gobierno local ni los distintos servicios tendrán excusas para empezar a ejecutar el presupuesto, que entra hoy en vigor tras su publicación ayer en el Boletín Oficial de la Provincia. Quedan eso sí solo siete meses para poner en marcha las inversiones o el plan de empleo que contemplan, un plazo que se presume como muy corto teniendo en cuenta el paso de tortuga de este Concello a la hora de adjudicar obras. Como botón de muestra el reasfaltado de la Ronda da Muralla realizado esta semana, un proyecto aprobado en junio de 2014 dentro de un acuerdo entre PSOE y PP para financiar 181 actuaciones con remanentes de tesorería.

El argumento del gobierno cuando se le citan estos sangrantes retrasos en las adjudicaciones de obras o de contratos de servicios caducados siempre es el mismo: no hay suficiente personal para acelerar la redacción de las bases de los concursos y el Gobierno central impide contratar a más trabajadores. Y puede que no le falte razón, porque de una jornada continua de mañana con pausa para el café; en la que no se ficha porque nadie fue capaz de poner en marcha el sistema; con una plantilla diezmada, y con puentes, fiestas y descansos personales de por medio, al ciudadano solo le queda dar gracias porque no se haya llegado al colapso.

*Artículo publicado en la edición impresa de El Progreso el 21/05/2016

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