Opinión

Lugo se cansa de los tractores

Comerciantes y hosteleros piden el fin de una protesta que ya no genera tanta empatía

LUGO ES UNA CIUDAD tranquila, en la que se comienza a notar actividad en la calle a partir de las diez de la mañana, que es cuando abre sus puertas el comercio local. Este ritmo vital que llega a desquiciar a aquellos que quieren los encargos para ayer, es sin embargo lo que le aporta mesura y paciencia ante las dificultades. Por ejemplo, para afrontar una grave crisis que le llegó más tarde que a otras ciudades y que seguramente tardará más en abandonar.

La actividad económica se resintió durante estos años en todos los ámbitos y cuando parecía que empezaba la recuperación, uno de los sectores que más aporta a la provincia, el lácteo, vio cómo el fin del sistema de cuotas de producción de leche comenzaba a arruinar a la mayoría de las explotaciones lucenses.

La reacción de protesta de los ganaderos ante la caída de precios tardó unos meses en trasladarse a la calle y, cuando se materializó, a través de las tractoradas promovidas por los sindicatos agrarios en varias localidades gallegas, fue apoyada como era de esperar por vecinos y empresarios.

En la paciente capital lucense no fue menor el respaldo, incluso cuando un grupo de ganaderos organizados a través de las redes sociales decidió al margen de los sindicatos mantener de forma indefinida la tractorada en la Ronda da Muralla, a pesar de los problemas de movilidad que generó durante el arranque del curso escolar. Además, la manifestación de productores de toda la provincia por las calles fue secundada por ciudadanos ajenos al sector lácteo pero conscientes de su importancia para la economía local, dependiente de un sector servicios en el que se surten los ganaderos.

La desconvocatoria de la tractorada, tras la firma de un acuerdo en Madrid con la industria y la distribución para garantizar la subida de precios, dio paso a un otoño incierto en el que los productores no vieron cómo se les repercutía el prometido aumento. Y fue entonces cuando los ganaderos tomaron de nuevo las calles de Lugo, esta vez de la mano de la asociación Agromuralla, nacida al margen de los sindicatos agrarios y que desde el 10 de diciembre mantiene tomada por los tractores la Ronda, en una protesta que, por repetida, perdió efecto mediático y creó desde el principio un malestar contenido entre los comerciantes, sobre todo los de la zona centro.

Tras haberse cumplido el jueves pasado tres semanas desde la ocupación, esa contención se transformó en críticas después de que los empresarios de la ciudad no lograsen convencer en una reunión a los representantes de Agromuralla de los perjuicios que la protesta estaba generando en una campaña tan importante como la navideña. Además, la principal queja de los patronos es que se haya elegido a Lugo, ciudad tranquila pero no indolente, para mantener la tractorada, mientras el resto de urbes gallegas permanecen ajenas a las protestas.

La estrategia de Agromuralla, que hizo suyo en septiembre el lema de A unión fai a forza, tampoco ha servido en esta ocasión para generar empatía entre los ciudadanos, que echan pestes contra John Deere y Massey Ferguson cada vez que se ven atrapados en el atasco del carril de la Ronda que al menos han dejado libre los manifestantes. Aunque son conscientes de que la protesta es el único sistema que se ha demostrado eficaz para hacer oír reivindicaciones, no entienden que los tractores parezcan abandonados a su suerte en la calle por sus dueños, mientras que los huecos que han dejado quienes se marcharon para casa son ocupado por turismos, no se sabe si propiedad de los ganaderos o de vecinos con pocas ganas de buscar aparcamiento.

También resultan difíciles de entender las protestas que Agromuralla organiza a rebufo de la plataforma del sector lácteo, que forman los sindicatos y que durante varios días bloqueó la entrada de mercancía en el hipermercado de Carrefour para forzar un compromiso de subida del precio de la leche en los lineales. La firma aceptó la petición de la plataforma, hubo desbloqueo, pero después se plantaron allí los ganaderos de la muralla para exigir lo mismo.

Ojalá saquen algo en limpio pronto estos sufridos ganaderos, porque a Lugo se le agota la paciencia.

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