LO BUENO de haber estado cuatro días sin poder ver las cadenas de televisión locales, tras la tormenta, ha sido dedicar la noche a otear la caída del imperio demócrata en las cadenas estadounidenses que sirven a través del cable. No sé ustedes pero a Jimmy Fallon lo vi un poco mustio en su 'The Tonigh show' y ni la presencia de Alicia Keys le proporcionó el subidón en el programa desde el Rockefeller Center de Nueva York. Delegaba, como apagado, él que ha parodiado y odiado hasta la saciedad a personajes como Donald Trump.
Las encuestas olían a chamusquina pero todo parecía aún bajo control del establishment. Incluso la Fox reculó al final en su apoyo al hoy ya presidente de USA. Hasta que el mundo se ha despertado con el Trumpazo. El espectáculo terminó. Los estadounidenses se han sincerado en las urnas y mandan para casa a los que les han dado la espalda estos años. Aquí se vota con miedo -una forma de vivir como otra cualquiera-, pero en los jóvenes Estados Unidos si le tocas el bienestar a la gente, si no la defiendes y te vendes a diestra o siniestra, se desengañan rápido y ponen a quien sea en el show. Caiga quien caiga. Mejor el vendedor de pisos a la abogada en la Casa Blanca. Tampoco hace falta ser un hacha para darse cuenta que a los cubanos de Florida no les va el buen rollo con los Castro. Tercer zasca en poco tiempo del electorado, tras el Brexit y el no en Colombia. Y ahora, que a Donald no le dé un aire. Por lo del flequillo.
