Opinión

Oda a la gilipollez

LA GILIPOLLEZ es un estado mental, espero que transitorio por el bien de los afectados. Aun así, es penoso darse de bruces con su realidad, en la que los malos modales y la prepotencia suelen ir de la mano. Para mi desgracia, ahí estaban los jovenzuelos del BMW azul, en la plaza de Ferrol, para recordármelo. Ni una silla de ruedas, con una mujer recién operada —mi madre—, les sirvió de efecto disuasorio ante su ímpetu circulatorio. Tenían que salir de su plaza de aparcamiento, y nada ni nadie se lo podrían impedir. Situaciones como estas me sirven para estudio sociológico: no mostraron ni un ápice de interés en ayudar, pero sí en protestar con aspavientos. Porca miseria; así nos va.

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