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La hormiga y el elefante

El partidismo alimenta un enfrentamiento institucional tan inútil como reprobable

Campos, en la comisión presupuestaria del Parlamento. PEPE FERRÍN (AGN)
photo_camera Campos, en la comisión presupuestaria del Parlamento. PEPE FERRÍN (AGN)

EL PRESIDENTE de la Diputación fue el pasado lunes a explicar en el Parlamento de Galicia las líneas maestras del presupuesto provincial para 2019. El año pasado no acudió a esa comparecencia ante la Comisión de Economía, supuestamente como acto de protesta por el terrible trato dispensado por la Xunta a los sufridos administrados de la provincia. En esta ocasión, la incógnita sobre sus intenciones se mantuvo prácticamente hasta el último momento. Tardó en precisar si iba o no a acudir a esa cita. Al final, hizo el camino de Santiago y tuvo su momento de gloria. No se limitó a exponer las cuentas en las que todavía está trabajando su gobierno. Quiso aprovechar la ocasión para saldar asuntos pendientes y para seguir alimentando el fuego de la confrontación con los próceres de San Caetano. O lo que es lo mismo, para seguir guerreando con el PP. Insistió en argumentos conocidos. Manoseados, incluso. Reiteró que los socialistas han sido capaces de convertir la institución que preside en el "motor económico y social de la provincia", volvió a criticar la "nula colaboración" de la administración autonómica, su "desprecio" por los lucenses o el sectarismo de sus dirigentes a la hora de repartir ayudas. Más que exponer su propuesta económica para 2019, si nos atenemos a los titulares periodísticos, quiso ejercer como fiscal de la Cofradía del Santo Reproche.

De hecho, no se olvidó tampoco durante su intervención de las residencias de la tercera edad, un proyecto que viene del año 2011 y que parece empantanado por las luchas intestinas dentro de su propio grupo. No mencionó sus líos con Martínez ni con Suplusa, un chiringuito que dejó de tener validez cuando los socialistas perdieron el control sobre el mismo. Optó por buscar un culpable conocido. De hecho, le pidió al Ejecutivo gallego que "deje de bloquear su apertura". Con un par. Ignoro las zancadillas que pudo haberle puesto la Xunta a esta iniciativa. En todo caso, en este momento, algunos de los centros de mayores ya tienen permiso para comenzar a funcionar, pero sucede que fueron expedidos a nombre de una empresa pública que ahora preside el poscrito de Becerreá. Da igual. Lo que sucedió esta semana en el Parlamento es otro capítulo más del enfrentamiento que en los últimos años se ha producido entre dos instituciones públicas, pagadas con dinero nuestro, de todos, para defender los intereses partidistas de quienes las gobiernan.

No hay acto del gobierno provincial en el que no se haga referencia a lo mucho que hace por nosotros la Diputación y lo olvidados que nos tiene el Ejecutivo gallego. Hace mucho tiempo que la muletilla forma parte del argumentario de los políticos socialistas en la Diputación. Es una especie de letanía que se repite de forma mecánica. Insistir en lo mal que se porta el rival político para destacar las bondades de su gestión. A lo mejor en otro tiempo esa carga dialéctica no encontraba una respuesta proporcionada. Se evitaba más el cuerpo a cuerpo institucional. Las cosas han cambiado. Balseiro tiene otro estilo. El delegado de la Xunta no quiso ocultar lo mucho que le molestaron las palabras de Campos. De Darío o de aquellos que según su percepción "cocinaron" las "milongas" que fue a contar al Parlamento, porque su discurso no le encaja con el perfil de persona "normal" que tiene el alcalde de A Pontenova. Dijo sentirse "avergonzado" como lucense de sus palabras.

Balseiro aseguró que comparar a la Xunta con la Diputación es como "comparar a una hormiga con un gigante". Opina que es de una soberbia imperdonable que una institución que maneja 82 millones de euros se arrogue un papel protagonista como "motor social y económico" de la provincia, cuando esa cantidad se la gasta la administración autonómica en Lugo "en los quince primeros días del mes de enero". Le parece absurdo, porque la institución provincial tiene esa cantidad "para todo", cuando el presupuesto del gobierno gallego prevé una inversión de más de 1.300 millones en este territorio para cubrir el coste de los servicios públicos que son de su competencia.

En el fondo, efectivamente, el problema reside en la propia comparación. Ni siquiera tendría que producirse. Son dos instituciones totalmente distintas, con competencias, ámbitos de actuación y objetivos diferentes. Una es una administración autonómica y la otra un ente local. Los dirigentes de cada una de ellas y, por supuesto, la oposición en cada caso tienen que asumir la responsabilidad de aquello que tienen el deber de gestionar. Si quieren hacerlo bien, no les faltará trabajo. Seguramente no les quedará tiempo para atender a lo que hace el vecino. Lo demás es un mal ejercicio de la política.

Será por lo que dijo Balseiro, pero todo esto me recuerda al chiste del elefante y de la hormiga en el cine. El paquidermo, en su inmensidad, no le dejaba ver la película al pobre insecto, que estaba sentado detrás. Como el elefante hacía caso omiso de sus quejas, la hormiga se puso en la fila de delante y, toda chula, le dijo: "Para que veas lo que se siente, cabrón".

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