Blogue | Patio de luces

Audaz, atrevido o temerario

La versión de PSdeG y PP sobre los proyectos para A Residencia es antagónica

EL MUNDO es de los audaces. Aquellos que se dedican a vegetar a la espera de un golpe de suerte que cambie el rumbo de su destino pueden, efectivamente, encontrarse en el camino con esa piedra filosofal capaz de propiciar un giro inesperado en su vida. Es posible. Puede pasar y, sin duda, a veces sucede. Aún así, creo que son los emprendedores, las personas decididas a llevar adelante un proyecto vital -personal y profesional- las que realmente acumulan mayores posibilidades de éxito. Me refiero a esa gente que es capaz de emprender acciones poco comunes sin temor a las dificultades o al riesgo que implican. A esos individuos que se fijan un objetivo, trazan una línea recta y, poco a poco, van desbrozando la senda hasta conseguir su propósito. No es lo mismo que ser atrevido. Dicen que no hay nada más atrevido que la ignorancia. Tampoco tiene nada que ver con la condición de temerario, que implica comportarse con imprudencia ante circunstancias peligrosas, o lo que es lo mismo, con poca inteligencia. No hay empresa que no esté sometida, en mayor o menor medida, a los caprichos del azar. No siempre es fácil llegar a buen puerto. A veces, el tránsito es más llevadero, pero en ocasiones aparecen temporales en el horizonte que podrían hacer zozobrar a cualquiera. Baches imprevistos que no son fáciles de esquivar. Supongo que es ahí donde reside el verdadero valor de los intrépidos. En su capacidad para no decaer, para afrontar y superar las dificultades sin perder de vista la referencia del lugar al que pretenden arribar al final de su viaje.

Algo parecido sucede con las decisiones de nuestros políticos. Existen propuestas de todo género y condición. No hay audacia en pagarle a una promotora privada más de 220.000 euros para organizar un festival en las postrimerías del verano, por más que esa cita sea capaz de atraer a miles de personas a Lugo. Puede ser una apuesta acertada, pero carente de osadía. No tiene nada de novedoso y el resultado es, en cierta medida, predecible. Es fácil cazar con pólvora del rey. Si se falla el tiro, se vuelve a cargar. Y punto. Lo mismo pensaba hace unos días al ver al alcalde de Vigo en un vídeo que se ha propagado a través de las redes sociales. Anunciaba que la Navidad en su ciudad va a ser «top», algo casi único en el «planeta». Una afirmación más atrevida que audaz, por la carga de ignorancia, real o fingida. Miles y miles de luces, adornos y fanfarria en las calles. Llegaba a retar a los regidores de Nueva York, Londres, Tokio o París. Me preguntaba, y todavía sigo haciéndolo, qué hubiesen hecho esos señores y señora si se les hubiese derrumbado una parte del paseo marítimo durante la celebración de una fiesta. Hubo cientos de heridos, alguno de ellos grave. Seguramente, ya habrían presentado la dimisión. Para Abel Caballero una decisión tan radical sería temeraria. La muletilla es conocida. Hay que esperar a que se pronuncie la Justicia, que está investigando el asunto. Entretanto, a colocar lucecitas hasta extinguir las sombras.

Todavía no se cómo calificar lo que están haciendo los partidos políticos con el barrio de A Residencia. No sé si su estrategia para captar votos es audaz, atrevida o simplemente temeraria a pocos meses de unas elecciones locales. A estas alturas lo único que está claro es que alguien miente. O que todos lo hacen. O que cuentan medias verdades. Los socialistas insisten en que el gobierno gallego está retrasando de forma deliberada el desarrollo de los proyectos no sanitarios para recuperar el uso público de los terrenos y edificios que antes ocupaba el complejo del viejo Hospital Xeral. Se refieren a la Oficina de Empleo, la residencia de mayores, la planta de biomasa, el centro para emprendedores en aeronáutica y la comisaría. La retórica no es nueva. El PP desprecia a Lugo, trata a sus vecinos como ciudadanos de segunda y sus rectores son malos. Muy malos.

Feijóo lo niega todo. Vino a Lugo y recordó que la Xunta ya ha pedido licencia para el Centro Integral de Saúde, mientras que su conselleiro de Sanidade aseguró que estará funcionando a «pleno rendimiento» en 2020. El presidente también anunció que, salvo imprevistos, la administración autonómica presentará en fechas próximas el anteproyecto de la residencia de mayores y solicitará permiso para iniciar las obras de la Oficina de Empleo. También avanzó que está casi listo el proyecto para comenzar este mismo año la demolición del antiguo edificio de hospitalización, la torre más alta del complejo del Xeral.

Solo el tiempo puede aclararnos a todos quién está diciendo la verdad y quién está tratando de engañarnos para coger aire antes de la inminente convocatoria electoral. Si la Xunta está en disposición de cumplir los plazos que sus propios dirigentes han anunciado, su propuesta es audaz. Las críticas de los socialistas se revelarían como temerarias si en la primavera está en obras el centro de salud, la oficina de empleo y la demolición del viejo xeral. Veremos. En este momento resulta demasiado atrevido pronunciarse en un sentido o en otro.

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