Opinión

Primera impresión

ES UNA ley no escrita que uno puede controlar cómo llega a los sitios pero casi nunca cómo se va, especialmente cuando se presenta a un debate electoral televisado. La primera impresión es muy importante cuando se va a pedir trabajo y eso es, básicamente, lo que los siete representantes de los partidos que concurren a estas elecciones intentaron ayer ante las cámaras de las TVG: que el pueblo gallego les firme un contrato laboral para los próximos años.

El primero en aparecer fue Morado Fajardo, candidato de Vox por la provincia de A Coruña o, como él suele decir, "de La Coruña". Lo hizo a bordo de un Citroen y sentado en el asiento delantero. Parafraseando aquel famoso eslogan electoral del PP, Morado Fajardo se presentó al debate deslizando un "Copiloto como tú". Tras él apareció Beatriz Pino, candidata de Ciudadanos marcándose un Don Johnson: chaqueta amplia y remangada por debajo de los codos. También llamaban la atención sus pendientes, grandes y divertidos, pero más allá del look elegido destacó su gallego fluido, lo que marca una enorme distancia con la vieja piel del partido naranja en Galicia.

Ver a Ana Pontón saliendo de un pequeño Toyota tuvo su gracia: es tan alta que, por el bien de sus articulaciones, debería viajar siempre en Monster Truck. Vestida con los colores de Galicia (chaqueta blanca, blusa azul), repartió sonrisas al llegar, el rostro amable de un BNG que ya no encuentra placer en vivir eternamente cabreado. Unos minutos tarde, descamisado pero con clase, apareció Gómez-Reino, de Galicia en Común, con un look en tonos azules más enfocado a realzar su moreno natural que el tono de sus políticas.

Mal rival en lo estético para un Gonzalo Caballero al que los trajes siguen sin sentarle bien, como si los usara prestados, y que cometió el error de elegir una corbata con un diseño rayado que provoca el siempre molesto efecto Doppler en nuestras pantallas de televisión. Al rescate apareció Pancho Casal, de la Marea Galeguista, subiéndose los pantalones nada más salir del coche, ese gesto tan habitual en quienes tienen menos culo que cintura y que tanto humaniza.

Faltaba por llegar Núñez Feijóo, que tampoco dio pie a la sorpresa: con chófer, en una berlina de fabricación gallega y con ese porte institucional que solo tienen él, Pedro Sánchez y la reina de Inglaterra. En cuanto al atuendo, optó por una combinación de traje, camisa y corbata que ya ha lucido mil veces, el único candidato que puede permitirse el lujo de asistir a un debate en televisión con el uniforme oficial de presidente.

Cada uno a su manera, todos ellos llegaron a San Marcos convencidos de que el espejo no les había mentido. Otra cosa, muy distinta, es cómo salieron.

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