Opinión

Un año después

Hace justamente un año, el 18 de junio de 2019, Jürgen Habermas cumplía 90 años (hoy llega pues a los 91) y yo lo celebraba con un artículo que fue el primero mío en las páginas de Opinión de El Progreso. En él ponderaba el pensamiento del filósofo alemán, del que cabe destacar el papel central que éste concede a la comunicación racional para la resolución de los problemas éticos, sociales y políticos. Era un apropiado comienzo para una singladura periodística que me ha llevado hasta el presente a través de un total de sesenta artículos, en los que yo mismo, siguiendo los principios de Habermas, he reivindicado en múltiples ocasiones el diálogo y el consenso frente al enfrentamiento y la crispación tan frecuentes, por desgracia, en la política española.

Ha sido este un año singularmente intenso, en el que hemos transitado desde el bloqueo institucional, a través de repetidas elecciones, al «gobierno progresista» de la alianza PSOE-UP, fuertemente condicionado por el respaldo de ERC hasta el reciente giro centrista de Ciudadanos tras la dimisión de Albert Rivera y el nuevo liderazgo de Inés Arrimadas, que ha abierto la puerta a una negociación más amplia. 365 días casi a partes iguales divididos entre 2019 y 2020, en los que hemos conmemorado efemérides tan notables como el quinto centenario de Leonardo da Vinci o el cincuentenario de la llegada humana a la Luna, despedido a Joan Báez en su retirada «a la gallega» cantando Adios ríos, adiós fontes en Madrid, o recordado los orígenes de nuestra actual concepción dinámica del Cosmos y las raíces de la idea de «utopía» en la obra de Tomás Moro, entre otros muchos temas. Pero sobre todo, en estos artículos, hemos aplicado la filosofía al análisis de la actualidad, mostrando de este modo la vigencia y dimensión práctica de esta veterana y reflexiva forma de saber. 

Ha sido este un año singularmente intenso, en el que hemos transitado desde el bloqueo institucional, hasta el reciente giro centrista de Ciudadanos

También lo hemos hecho así ante el mayor acontecimiento de este período, que lo es igualmente —hasta ahora— del siglo en curso, tanto a escala nacional como mundial: la pandemia del coronavirus, auténtico tsunami que en apenas dos meses arrasó todas nuestras certezas, sacándonos de la zona de confort y obligándonos a vivir peligrosamente, pero también a cavilar sobre el significado de nuestra existencia y sobre el sistema socio-económico en el que vivimos y sus dificultades para asumir desafíos como éste.

Y así hemos arrivado a esta incierta costa de la llamada «nueva normalidad», que es más bien un interludio hasta la verdadera superación de la crisis, un tiempo indefinido y límbico, en el que una vez más intentaremos sobrevivir e incluso, si es posible, ser felices. Por mi parte, no quisiera dejar pasar la ocasión de dar las gracias a El Progreso por brindarme esta tribuna y a los lectores por la atención que me han prestado, deseándoles a todos un futuro mejor.

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