Opinión

Indefensos ante el engaño

Nos engañan continuamente. Lo hacen los políticos, las eléctricas, los bancos y un sinfín de colectivos que venden la realidad a su antojo aprovechando la ignorancia del ciudadano de a pie. Se nos escapan tantas cosas que no podemos hacer nada; tan solo confiar en que el engaño no tenga consecuencias devastadoras.

Desconfiar continuamente resulta agotador, por lo que a veces es mucho más útil no indagar en exceso. Ya sabemos que no se pueden pinchar enlaces en el móvil, facilitar datos personales por teléfono, ni prestar dinero a novios virtuales. Estamos rodeados de estafadores anónimos que nos saturan con mensajes, pero a estas alturas de la película ya no es complicado detectarlos. Sin embargo, la cosa  ambia en las distancias cortas. Ahí es donde nos la jugamos, ya que resulta más difícil desconfiar cuando hablamos con personas reales que se ganan nuestra confianza. Todos nos creemos muy listos, pero siempre hay alguien más inteligente que nos reduce en segundos a la categoría de pardillos.

No dejo de pensar en el menor de Móstoles que se hizo pasar por médico de emergencias. Logró contratar ambulancias, interceptó la emisora de los servicios médicos y llegó a solicitar el ingreso de algún paciente en el hospital. ¡Menudo fenómeno! Me imagino la cara de idiotas de sus pacientes al descubrir el fraude, pero me veo en su lugar. Nadie está libre de caer en un engaño bien ideado y últimamente abundan más que la autenticidad. Ya lo decía George Orwell: "En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario".