Opinión

Los virus y las playas

LA GENTE se está comiendo demasiado la cabeza con la gestión de las playas este verano. Veo a menudo las apuestas por la parcelación y me parece algo inaudito porque las playas están parceladas de toda la vida. Al menos donde o vivo uno suele ir siempre a la misma playa y, dentro de ella, exactamente al mismo sitio. Si cuando llegas a la playa hay alguien donde sueles ponerte tú echas pestes por la boca.

Durante muchos años fui en bicicleta a las playas de Os Castros y As Illas en Ribadeo. La candaba en la parte de arriba y desde allí miraba la arena siempre con la misma intención: confirmar que no había nadie en nuestro sitio. Como a veces éramos muchos solíamos hacer un semicírculo alrededor de los invasores del espacio exterior que, por lo general, captaban el mensaje y no volvían a ponerse allí.

Tampoco entiendo muy bien cierta falta de información sobre los contagios en la playa. ¿Nos mandaron lavarnos las manos hasta la saciedad pero en cambio no vale que nos metamos enteros en el agua tres veces en  na tarde? No lo entiendo. Creo que no hace falta recordar lo mal visto que estuvo siempre saltarse la distancia social en la playa. Sin ninguna necesidad de coronavirus. Ibas corriendo y si salpicabas a cualquiera con arena te caía una bronca mayor que la que probablemente le cayó al merluzo del avión a Lanzarote. Y ya no digamos si entrabas en el agua como un loco chapuzando a los que optaban por una inmersión no traumática. Esas miradas mantenían a raya cualquier virus.

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