Opinión

Las lecciones y los gestos

CUESTA IMAGINAR algo más peregrino que las reuniones del G-20. Como no tengo que aguantarlas, me divierten esos minutillos que les dedican en los telediarios en los que los locutores se esfuerzan con honestidad en insuflarles algún interés. Me apena que nadie del CIS lea esto para que lo certifique con una de esas encuestas. Me apuesto cualquier cosa intrascendente, como mi reputación, a que acaba la noticia y ni el 10% recuerda de qué hablaron. Yo tampoco, pero porque me concentro en las imágenes. Es impagable el gesto de Rajoy, de pie con una sonrisa de franca sospecha junto a un miembro del gobierno indio. Notas desde casa que piensa lo mismo que tú: «¿Quién será este?». Luego está nuestro legendario don de lenguas. Hubo un momento en que un Obama al que estos 8 años le pasaron la factura de 16 habló unos segundos con Rajoy pasándole una mano por el hombro. Su cara me recordó a la mía la primera vez que vi una integral. Pero luego pensé que tal vez Obama le preguntaba si, como él, iba a dejar la presidencia. Pobre hombre. Hace falta mucho más que un Nobel para arrancarle a Rajoy una respuesta directa. Y menos en el G-20, con todo lo que hay que trabajar.

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