Opinión

La única respuesta

NUNCA SE sabe lo que hay de cierto en una mentira gigante. Por eso resulta tan complicado adivinar qué parte de mentira se cuela en una verdad como un templo. La intersección de ambas premisas hace que sea altamente improbable contestar casi a cualquier pregunta de forma absoluta: «sí» o «no». Pongamos ejemplos sencillos: ¿ganó Rajoy las elecciones en diciembre? Si le preguntamos a él dirá que sí, pero acto seguido empezará a colocar ‘peros’ accionando un mecano que explica por qué no puede gobernar. ¿José Mourinho, el entrenador de fútbol, es un tío inteligente? La respuesta varía de tal modo que incluso depende de qué equipo sea el psicólogo que le interprete el test de Rotschild, ése de las manchas en una cuartilla. Y así podríamos seguir y seguir: ¿hay que abolir los toros? ¿Le sobra silicona a los pechos de Alaska? ¿Rezar surte efecto? ¿El dinero otorga elegancia? ¿Es un fracaso construir un submarino que no puede hundirse? ¿Debería haberse retirado Robert de Niro hace diez años? ¿Varía el concepto ‘estar arruinado’ si lo dice uno de Sotogrande a si lo dice uno de O Cadramón? ¿Llevar dos calcetines evita las ampollas? Todas las preguntas tienen la misma respuesta: depende.

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