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Días de radio

El Día Internacional de la Radio fue una buena ocasión para recordar Radio Popular de la Costa

Radios antiguas. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Radios antiguas. JOSÉ Mª ÁLVEZ

LA SEMANA pasada se celebró el Día Internacional de la Radio y no es algo que haya que dejar correr así como así. Aunque hace 35 años los Buggles cantasen aquello de que el vídeo mató a la estrella de la radio, y dio para un estribillo pegadizo, lo cierto es que era una gran mentira. La radio sigue ahí, en tiempos de internet, de Facebook, Twitter, Tinder, Instagram o Whatsapp. Algunos de sus locutores son estrellas con un nivel de reconocimiento que los youtubers no tendrán al menos en esta generación.

No sabría decir cuál es el secreto que le garantiza esta longevidad contra corriente, pero puestos a pensar algo, me quedaría con esa sensación de que hace más compañía que cualquier otra cosa. Sientes a quien te habla mucho más cerca de ti. Por alguna razón supera en eso a la televisión, supongo que porque allí todo arroja una sensación de elaboración previa sazonada con anticongelante.

Fueron pasando los años y lamento de veras haber aparcado la radio prácticamente por completo. Tan solo alguna incursión esporádica más fruto de la casualidad que de la voluntad.

Hubo un tiempo que me alargaba hasta las tres de la mañana pegado al transistor, como se decía antes. Y otro en el que pese a estar en el instituto era fan incondicional de un informativo comarcal. Fueron los años en los que se creó Radio Popular de la Costa, la actual Cope de la Costa, y que fue el primer medio de comunicación en conseguir aunar cierta conciencia de unidad a lo que viene siendo A Mariña. Aquel programa informativo era Costa Viva y yo lo escuchaba entre las sesiones de mañana y tarde en el instituto. Lo conducía Gonzalo Moure y tenía la contundencia de un mazo. Tuvo mucho que decir en la crisis de los bidones de Alúmina, pero sospecho que su éxito se fundamentó en tres pilares básicos menos pirotécnicos: ser el primero, dar voz a todo el mundo y crear un producto genial.

Ahora lo pienso en perspectiva y ni siquiera es natural que haya gente de 16 años, porque yo no era el único, escuchando un programa informativo. Pero así era. Gonzalo Moure era (es) dueño de una voz profunda que entonaba con una pasión desacostumbrada, de esas que te otorgan parte de la verdad independientemente de que luego la tengas o no. Abría cada informativo con un editorial de un minuto o así. No siempre había temas estupendos sobre los que teorizar, pero él solía conseguir un efecto de enganche en la audiencia sorprendente. Tejió una red de colaboradores que se extendía a cada pueblo de la comarca. Incluso algunas parroquias tenían el suyo propio. Podías leer cartas propias en antena.

Gonzalo supo vestir Costa Viva, su producto estrella, con otros complementos con resultados sorprendentes. Entre Amigos fue un programa de música que respondía al esquema más clásico de la historia de la radio: las canciones dedicadas. Esa fórmula tan básica sumada a una época realmente buena para la nocturnidad (los años 80) tenía a miles de personas enganchadas a aquel programa de selección musical discutible pero alegre y efectiva.

Y luego unos deportes por allí, unos especiales por allá y en conjunto una emisora capaz de retransmitir en riguroso directo los partidos de baloncesto del Ribadeo de la época.

Con el paso de los años conocí personalmente a Gonzalo Moure y me produjo un efecto que, luego lo supe, no es nada habitual: su voz, su aspecto y su personalidad cuadraban. Era enjuto y alto, con una poblada barba que le daba un aspecto de Gandalf mucho antes de que el mago ideado por Tolkien tuviera siquiera una imagen universal. Se conducía por la vida con la misma velocidad que pilotaba Costa Viva y asustaba un poco estar con él porque daba toda la impresión de estar ante un tótem.

Todo aquello que recuerdo tan vivamente fueron en realidad unos pocos años. Luego yo mismo formé parte varios veranos del equipo que hacía Costa Viva con unos resultados que solo confirmaron que mi puesto en el mundo de la radio estaba al otro lado del aparato, no dentro.

El programa sigue vivo, ahora con Juana Carrera al mando en unos tiempos complicados y muy distintos. Sin las prisas que imponían aquellas tecnologías analógicas pero con las amenazas del día a día que nos lanza este mundo en que vivimos.

Costa Viva nos lo contaba casi todo desde Navia hasta O Vicedo. De no haber existido ese programa jamás estaría haciendo esta sección, una heredera muy pobre de aquellos editoriales de Gonzalo Moure, al que no sé si debo agradecer o culpar del oficio al que fui a parar.

EL GUSTO El impresionante despliegue del IES de Foz con los baristas

EL DIRECTOR del IES de Foz, Nicolás Asensio, puede estar más que satisfecho de cómo le fue con el campeonato de baristas. Se trata de una cita que no parece parar de crecer, y eso que la trasladaron a una ubicación más amplia, pero ni por esas. Parece como que todavía piden más. De momento ya anticiparon que las instalaciones de este año se mantendrán para futuras ediciones, en las que habrá novedades. Por ejemplo, un campeonato de carta de café para profesionales o expositores de patrocinadores y empresas que quieran ofertar sus propios productos. Está claro que esto seguirá creciendo.

EL DISGUSTO La presentación tan esperada que al final no pudo ser

EL APARATO mediático del Partido Popular se había puesto a funcionar con fuerza en Ribadeo para anunciar la visita de Alberto Núñez Feijóo a la localidad para presentar la candidatura a la alcaldía del municipio de su última apuesta: Daniel Vega. Pero los rocambolescos caminos de la política obligaron a Núñez Feijóo a elegir entre Pablo Casado y Daniel Vega. Y aunque mucho me temo que de ser por él tal vez hubiese preferido ir a comer a Ribadeo, finalmente las cosas son como son y la presentación de Daniel Vega tendrá que esperar a otro día. A ver si no se lo chafa la exigente agenda del presidente.

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