Opinión

Normalidad

Concentración de repulsa en Lugo por el asesinato de Cristina Cabo. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Concentración de repulsa en Lugo por el asesinato de Cristina Cabo. VICTORIA RODRÍGUEZ

ME LLAMA Ángel por la mañana. Es raro. No es difícil adivinar por la voz que algo le pasa. Está conmocionado, me dice, y lo parece. No lo veo desde el sábado, cuando estuvimos con nuestra gente tomando algo por los vinos; se nos hizo tarde, bastante tarde, como casi siempre.

Me dice que si me acuerdo de las chicas aquellas que fue a saludar en uno de los bares, unas que estaban tomando un vino en el barril justo al lado del nuestro. Me acuerdo de que fue a saludar, pero no me fijé en mucho más; dos amigas pasando a gusto la noche del sábado como cualesquiera otras, como nosotros mismos. Unas pocas horas después ya no eran cualquiera.

Una de ellas, la que fue a saludar, me cuenta Ángel, era Cristina. La conocía casi desde siempre, ese tipo de relación y conocimiento tan típico de las ciudades pequeñas, aunque hacía mucho tiempo que no la veía. Por eso fue a saludarla: "Qué alegría encontrarte, cuánto tiempo, qué tal te va, a ver si nos vemos y tomamos un café", esas palabras que se intercambian de verdad pero, a la vez, sin obligaciones, esa manera de apreciarse levemente y de hacerse saber el uno al otro que la próxima vez que os veáis también apreciaréis los dos besos y el ratito, sobre todo por breve.

Yo no recordaba su cara. Luego, sabiendo de su vida y de sus inquietudes y de su entorno, me he convencido de que seguramente he coincidido con ella más de una vez, ella como activista destacada que era en algún acto feminista y yo cubriendo informativamente la ocasión. Seguro, esto es Lugo, tampoco somos tantos. El caso es que no la recuerdo y que no puedo ayudar a Ángel en nada.

A él no le para la cabeza. Te das cuenta, me dice, que más o menos a la hora que nosotros nos separamos aquella noche y nos fuimos a nuestras casas despreocupados de las calles que andábamos o la gente que nos cruzábamos, Cristina estaba siendo asesinada por un hombre como nosotros al que conoció esa noche.

Yo no sabía de mi amigo desde entonces, desde que nos separamos esa noche. No tengo que llamarlo porque no dé señales de vida a la tarde siguiente. No se me viene a la cabeza que alguien lo haya atacado, o que esté en Urgencias o nadando en su sangre en el suelo de su habitación. Como mucho, puedo pensar que está con una terrible resaca durmiendo en el sofá mientras en la tele alguien juega al fútbol o al baloncesto o al billar, a lo que sea. Cuando la gente de Cris la echó a faltar, aquella misma tarde, fue a su casa y la encontró muerta.

Que nosotros no tengamos que preocuparnos de dónde están los nuestros al día siguiente es un privilegio por ser hombres. Uno más que les negamos a la mujeres por ser mujeres. Cualquier mujer de mi entorno a la que le pregunte me explica bien qué significa ese privilegio, me explica el miedo incontrolable de escuchar unos pasos detrás de ella una noche mientras va a casa andando, o los mensajes imprescindibles entre amigas al llegar para certificar que están a salvo, o las babosadas al pasar cerca de una cuadrilla de machitos, cosas tan habituales e interiorizadas que ya ni les dan importancia.

Pero la tienen. Es el tipo de situaciones sobre las que hemos edificado nuestra normalidad. Como la normalidad de que quienes mueran sean sobre todo ellas. Muchas veces por algo tan banal como haberse equivocado de persona a la hora de elegir compañía para una noche. A la hora de elegir a un hombre.

Crimen machista: solo según y de qué manera

El asesino de Cristina Cabo, a su llegada a los juzgados de Lugo. SEBAS SENANDE / EL PROGRESO
José Valencia, el asesino confeso de Cristina Cabo, a su llegada a los juzgados de Lugo. SEBAS SENANDE / EL PROGRESO

Cristina peleó siempre por ella misma como mujer y por las demás, por todas aquellas que sufrían la violencia. Su asesinato, sin embargo, no figurará en las estadísticas como crimen machista. Y yo me pregunto: ¿Cuántos hombres acaban asesinados por una pareja casual?