Opinión

Vis a vis

EL PENÚLTIMO episodio de este gobierno 'fake' es lo de externalizar la negociación de los presupuestos en Pablo Iglesias, que se ha ido a Estremera a ver si pilla. El vis a vis  carcelario de Iglesias y Junqueras tenía como objetivo obtener un nihil obstat de Esquerra Republicana a las cuentas de Sánchez y los suyos, ante las que Bruselas ha fruncido el ceño advirtiendo de su inconsistencia. Tampoco se podía esperar otra cosa. Por si las sumas y restas no fuesen lo bastante absurdas,  llegó el turno de remachar el clavo para la ministra de Hacienda declarando que uno podía presentar unos números y corregirlos después. “Qué son 1,200 millones”, chiqui, le dijo a un periodista en los pasillos del Congreso. Nadia Calviño podría haber advertido a su compañera sobre los efectos de unas declaraciones que parecen de cachondeo. Sánchez se ha pasado la semana intentando convencer al mundo de la bondad de sus números. Lo intentó ante Juncker, que le hizo callar con una palmada en la espalda que parecía esconder un “anda, tira, alma de cántaro”… o quizá un “cierra el pico, imprudente”. Pedro Sánchez todavía se cree que puede tapar los agujeros con una sonrisa profidén y un paseo veraniego por el Coto de Doñana (“El año que viene podéis volver, Angela. Si hace falta te vamos a buscar en helicóptero… ¿te he dicho que tengo helicóptero? Y un avión también”) Y en este contexto, Pablo Iglesias se va a una cárcel de Cataluña y le dice a Junqueras que ordene a los suyos apretar el botón verde porque, si lo hace, saldrá antes de la choupela. Y lo comenta así: “ahora le toca al gobierno negociar y moverse”. Primero negocia él con el preso, y luego es el turno del doctor Sánchez, que tiene que mercadear con los fiscales. Lo de la separación de poderes, si eso, ya luego. Antes el futuro económico del país (quizá también el otro) se negociaba en algún despacho. Ahora se cocina en una celda. Bonita metáfora. Esto se parece cada vez más a un guion de 'Torrente'.

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