Opinión

Inés se viene a Madrid

INÉS SE viene a Madrid, o mejor, Inés tendrá un pie en Madrid y otro en Cataluña. Inés Arrimadas se prepara para tener la cabeza en la carrera de san Jerónimo, y el corazón (o parte de él) en Barcelona, a la que va a representar en el Congreso. Lo anunció esta mañana de sábado frente a la estatua de don Álvaro de Bazán, en la Plaza de la Villa, en el Madrid de los Austrias, rodeada de banderas españolas y europeas y de mil quinientas personas que aguardaban la confirmación de un secreto a voces. Todo el mundo se puso en pie cuando Inés Arrimadas oficializó que se presentaba a las primarias para el Congreso por la circunscripción de Barcelona. Escuchen las invectivas contra esa decisión que salen desde otros partidos, y entiendan quien teme su suave aterrizaje en la Cámara Baja. Inés es una catalana de Jerez de la Frontera que habla catalán como si hubiese nacido en las Ramblas, pero a la que se le escapa el acento andaluz en cuanto pasa Despeñaperros… o en cuanto se enfada. No se me ocurre nada mejor para Ciudadanos ni para España que tener a Inés en el Congreso de los Diputados, batiéndose el cobre como ha hecho desde que entró en política. La admiran incluso los que dicen que no la votan. La votan incluso los que no quieren reconocerlo, por eso hizo lo imposible y ganó las elecciones en Cataluña. Todo el mundo conoce su talento como oradora y su valor sin límites, pero pocos saben de su extraordinaria capacidad de trabajo, su constancia y su meticulosidad, o su altísimo nivel de exigencia. Inés es un lujo para la política y para la vida, una buena persona cargada de talento y de inteligencia, lista para aterrizar en el epicentro de la política. Conozco a Inés desde hace casi cuatro años, y no la había visto tan emocionada como este sábado, cuando dio el salto definitivo a la política nacional. A Inés Arrimadas le espera un escaño. Con ella, a los demás grandes momentos de parlamentarismo. Bienvenida a Madrid, Inés. Y gracias por tanto.

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