Opinión

Un cuento con final feliz

FALTABAN SOLO unos días para acabar esta legislatura fallida cuando todos los diputados recibimos un mail de una ONG, Bomberos en Acción. Nos decía «le pido que dedique un minuto a este correo, porque la vida del niño de la imagen está en nuestras manos. En las suyas también, señoría». Y nos contaba la historia del pequeño Osman, un niño afgano con parálisis cerebral que vivía junto a su familia en el campamento de refugiados de Idomeni. Osman necesita atención médica constante que no se le puede proporcionar allí, y era urgente su traslado a un país de acogida donde se le pudiesen dispensar los cuidados que necesita. España podía dar una oportunidad a Osman y a los suyos. Ya tenían un centro dispuesto a tratarlo e incluso quien ayudase a su familia, pero hacía falta que el gobierno autorizase oficialmente la entrada de Osman en el país. Algunos diputados contestamos. Se iniciaron un montón de gestiones privadas, de reuniones modestas, de peticiones extraoficiales hechas por políticos de todo el arco parlamentario. Que quede claro que ningún partido quería ponerse medallas, sólo encontrar una salida para un niño enfermo. La historia tuvo final feliz, y Osman será acogido en España con sus padres y sus dos hermanos. Y el mérito, desde luego, es de una pequeña ONG que peleó sin descanso para que un chiquillo tuviese la oportunidad que la vida le ha negado. La gente de Bomberos en Acción hace un trabajo increíble en zonas de conflicto utilizando sus propios medios y su tiempo de vacaciones. Van donde se les necesita, a trabajar en condiciones extremas, y lo mismo arriesgan la vida para salvar a un anciano atrapado en los escombros tras un terremoto que escriben 350 correos para remover las conciencias de los parlamentarios. Dejen que desde aquí les dé las gracias por contarme la historia de Osman y haberme permitido participar mínimamente de este cuento de hadas que proporciona una chispa de dignidad a esta legislatura para el bochorno.

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