Opinión

Lo correcto

La semana pasada me dieron un premio Forqué. Corrijo: nos lo dieron, porque en realidad el galardón se otorgó a los exdiputados responsables de la reforma de la ley de propiedad intelectual. Fue un momento bonito que extrañó a muchos: políticos de diferentes partidos recibiendo un reconocimiento por el trabajo conjunto. En estos tiempos de tensión y de polarización, es conveniente recordar que, algunas veces, los contrarios consiguen encontrar la forma de ponerse de acuerdo y trabajar mano a mano. Nunca, en todo mi vida, trabajé tan intensamente como durante la tramitación de las reformas de la llamada LPI . Nunca tampoco me sentí tan satisfecha ni tan orgullosa. Recuerdo las reuniones larguísimas, las montañas de documentos. Recuerdo la sorpresa de quienes venían a discutir con nosotros los aspectos formales de la ley, y se encontraban a cuatro antagonistas formando un solo muro en defensa de los intereses de la mayoría. Recuerdo a un poderoso abogado - que gana en un mes más que cualquier diputado en un año - pestañeando incrédulo ante la posición unánime y coherente de los representantes de cuatro partidos en teoría rivales. Fue una buena época que mis compañeros y yo recordamos con una mezcla de orgullo y nostalgia cuando recogimos nuestro premio. Aquellos días hicieron nacer en nosotros una amistad que aún conservamos y que se materializa en un grupo de whatsapp y almuerzos periódicos en los que compartimos recuerdos de aquellos tiempos perdidos: ninguno de nosotros está ya en el Congreso. La mitad han abandonado la política y regresado a la vida civil, y desde allí observan con escepticismo —y supongo que también con cierta piedad— lo que está ocurriendo en la esfera pública. Esas reuniones, que son largas y alegres y tienen un punto de sana melancolía, me convencen una vez más que lo mejor de la política son las personas. Y cuando acaban, recuerdo siempre la frase de Mark Twain: cuando no sepas qué hacer, Lo correcto haz lo correcto.

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