Opinión

Las madres

EL PASADO viernes alguien envió a mi correo un video viral en el que una madre graba la reacción de su hija adolescente al recibir la noticia de que va a obtener un bolso de Louis Vuitton como regalo por sus buenas notas. "Tu primer LuisVi", dice la madre a la niña, que llora de emoción. No sé si lo más interesante son las imágenes de la madre y la hija —ambas de larga melena rubias, preciosa sonrisa, ideales, pijísimas— o las reacciones de la parroquia, casi todas furibundas. "Pero qué se ha creído esta"; "así educas a tu hija"; "si la niña acaba mal, ya sabemos de quién es la culpa"; "pero cómo le compras eso a una cría"; "yo creo que no eres buena madre", y todo así. A mí no me escandaliza demasiado que alguien regale a su hija un bolso rematadamente caro: cada uno gasta el dinero como le parece. Me llama más la atención el exhibicionismo de la escena, aunque supongo que no tiene tanta gracia comprar el bolso de marca como asegurarte de que media España se entera de que lo has hecho. Es lo que tiene el siglo XXI, que no importa ser feliz, sino que los demás crean que lo eres. Pero mientras el video se acerca al millón y medio de reproducciones y a otros tantos insultos desaforados, pasa desapercibido el tuit de una madre catalana que se vanagloria de que su niño ha acabado el bachillerato sin saber una palabra de español. Vamos, todo el país pendiente de la madre pija que farda de regalar a la nena el bolso de 1.500 euros, mientras ignora que otra madre presume de haber logrado que su chaval llegue a la mayoría de edad sin hablar ni comprender español. Sorprende que la madre malvada y maleducadora sea la que hace un regalo absurdo, y no la que celebra como una proeza que su hijo no se maneje en un idioma que hablan más de quinientos millones de personas. No sé qué madre habrían preferido ustedes, pero yo me quedo con la del LuisVi antes que con la otra irresponsable, cuyo regalo no es un bolso de marca, sino la ignorancia supina.

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