Opinión

La vida en los balcones

CADA NOCHE, después del aplauso a los profesionales de la sanidad, en los balcones de la plaza de Chueca se organiza una pequeña fiesta: algunos vecinos salimos a bailar mientras una chica pincha música para levantar el ánimo. Gloria Gaynor, Nacha Pop, Queen, Sabina, Loquillo. Al final, como no, suena Resistiré. No sé los nombres de quienes bailan conmigo, pero ya los voy conociendo a todos. La mujer del pelo rizado. La pareja que a veces se besa al final del aplauso. La señora mayor que sale a aplaudir envuelta en su bata y nos saluda con aire torero. El chico de cabello negro y largo que vive solo y baila como si le fuera la vida en ello. El chaval que bebe su cerveza mientras los demás nos movemos. Las jóvenes universitarias que parecen resistirse a olvidar la alegría. La familia que se apretuja en el balcón… A medida que pasan los días va naciendo entre nosotros algo parecido a la complicidad y la cercanía. Intercambiamos palabras, comentarios. Y nos despedimos siempre con un alarido común ‘Ya queda un día menos’. No sé por qué estamos haciendo esto. No sé por qué salimos a bailar a los balcones. Quizá para hacernos la ilusión de que el mundo es luminoso y normal, y es posible divertirse. Creo que, sin ponernos de acuerdo, hemos decidido practicar una forma de resistencia cívica y salimos a nuestras ventanas para apoyarnos en este campo de batalla. Pero les aseguro que cada tarde aguardo ese momento extraño en compañía de personas cuyos nombres ignoro y que bailan al ritmo de una música concebida para darnos esperanza. Queridos vecinos, estimados desconocidos, no sé si estamos inventando entre todos una particular forma de amistad que espero que sobreviva a este encierro. En cualquier caso, gracias por estar ahí cada día, después del aplauso, para compartir lo poco que nos queda de nuestra vida anterior, para recordarnos unos a otros que hay que resistir y que, pase lo que pasa, ya nos queda un día menos. Nos vemos a las ocho.

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