Opinión

La colina que escalamos

La corrección política es la peor amenaza de la cultura del siglo XXI. Está dictada por un montón de mentes atarugadas y mediocres que encuentran en ella la forma de cercenar talentos, limitar progresos, impedir el ascenso de los mejores y cambiar la meritocracia por buenismo, aunque sería más justo recurrir a denominarlo idiocia. Es una suerte que haya llegado en una época plena de libertades: en otras más complicadas se hubiese cargado desde la movida madrileña (como recordaba Begoña Villacís) al espíritu de la generación del 98. La última prueba del desvarío de la edad moderna es el escándalo que rodea la traducción al neerlandés de la obra de Amanda Gorman, que leyó su poema The hill we climb en la toma de posesión de Joe Biden. Gorman tiene 22 años, es bella, talentosa y afroamericana, y se ha convertido en uno de los personajes referenciales de la actualidad cultural. Su obra se está traduciendo a todos los idiomas, y en los Países Bajos se encargó a la escritora Marieke Lukas Rijnevel que llevase al neerlandés los poemas de Gorman. Días después, la propia Rijnevel renunció al trabajo ante la polémica levantada: era imperdonable que, siendo Gorman negra, se hubiese escogido para traducirla a una autora blanca.

Cabe pensar si a partir de ahora los traductores tendrán que compartir estrato racial con los autores de referencia. Si los negros o los asiáticos serán vetados para volcar a otros idiomas a Ian McEwan, Javier Marías o Siri Hustved. Si un hispano no podrá traducir a Murakami. Si la obra deslumbrante de Zadie Smith, hija de inglés y jamaicana, habrá de ser traducida obligatoriamente por una mujer de las mismas características. Avanzamos hacia un abismo. Quizá, como escribió Amanda Gorman, "cuando llega el día nos preguntamos/¿dónde alcanzar la luz en esta sombra interminable?". Lo he traducido yo, que soy de Lugo. Espero que me perdonen, pero hay que encontrar esa luz del sentido común antes de que nos despeñemos de forma irremediable.

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