Opinión

Suban el volumen

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Dos partidos en Canarias y otro suspendido por un cruce de cables no pueden servir, por mucho que en la clasificación cuenten, de comienzo de fiesta para un club que llevaba doce años esperando que la orquesta empezase a tocar.

Los músculos, por mucho que se lleve la música en la sangre, se acaban oxidando; para ponerse a funcionar necesitan calor, ritmo, aplausos... y para eso pocos sitios mejor que el Pazo dos Deportes, que ayer lució a la altura de la competición que alberga.

Así que doce años, dos partidos en unas islas a miles de kilómetros y otro que aún está por nacer después, la Liga ACB regresó ayer a Lugo, a una ciudad que la esperaba con los brazos abiertos y el corazón encogido ante la posibilidad de que se le hubiese olvidado cómo se bailan las canciones de moda.

Algo de miedo había. Podía pasar que los zapatos gastados a lo largo de más de cincuenta años de historia resbalasen más de la cuenta, o que las melodías sonasen a cantos de ballena. 

Pero no. Esto es como andar en bicicleta. O como llorar. O como reír. Se aprende de niño y no se olvida en la vida. Esto va de jugar al baloncesto y en eso Lugo no perdió el ritmo ni cuando la orquesta estuvo a punto de hundirse con el Titanic en unos años en los que en el Pazo había demasiado sitio libre para bailar.

Bastó que la pelota se pusiera en juego para que el Pazo se sintiese cómodo, para que el equipo y la afición se unieran como solo los que acumulan muchos años de relación saben. Y tocó ganar, reír y soñar; pero otras veces se perderá y el camino a casa se hará más cuesta arriba. Detalles sin importancia. Lo que realmente cuenta es que Lugo bailó sin problemas al ritmo de la orquesta. Que siga la música. Suban el volumen.

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