Opinión

Victimismo

CABE PREGUNTARSE, o por obvio ni tan siquiera es necesario, que sería de los antisistema (independentistas y demás litigantes) si el sistema no funcionase. No tendrían razón de ser ni de existir. De no haber lo que ellos consideran desafío, si no hubiese a quien hacer frente, no podrían argüir victimismo, que es lo que de verdad los sustenta. Lo mismo que al perro que es preciso provocar para despertar su bravura. Sin el gallardete de víctimas, su discurso se diluye en la nada, carece de recorrido. Claro que no siempre es posible esquivarlos por parte de quienes tienen el deber de hacer cumplir las leyes, y por eso hay enfrentamientos inevitables. Pero otras veces sí se puede, no dándoles cancha, y si no hay juego, el argumento se esfuma, no tiene eco. Es el caso de la final de Copa, la autoridad gubernativa bien pudo ahorrarse la prohibición de banderitas. Al hacerlo, con más o menos razón, les sirvió en bandeja el tan preciado victimismo. Por cierto, si fuesen coherentes con sus argumentos y demandas, que no lo son, apremiarían al Barça a no aceptar el trofeo, requisado en campo enemigo, con cuño del opresor que dicen detestar. No lo parece.

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