Opinión

Todo medido

Cada vez es más difícil escurrirse. Hay de por medio demasiados e incómodos rivales sobrevolando la carroña amontonada, como para esforzarse en sortear fatigosos apretones sin mojarse, pero las tácticas de distracción siguen siendo un arma potente para la supervivencia política. De eso sabe, y mucho, Pedro Sánchez. Acorralado por un abanico de dejadeces y lasitudes en el día a día, se inspiró (o le inspiraron) en una atolondrada escabullida hacia un borroso futuro, que no le pertenece. A treinta años vista, del que, por el bien general, estará alejado. Porque se irá diluyendo por el camino, como otras muchas aventuras pomposas, al estilo de la insustancial Alianza de Civilizaciones de Zapatero. Sánchez, era de prever, recibe muchos coscorrones y pocos aplausos, pero ya lo sabía. De lo que se trata, y es lo que acaricia, es que las bofetadas le caigan de ese lado para que las moscas cojoneras dejen de importunarle sobre la gestión del hoy y del mañana: pandemia, paro, crisis económica, Ceuta, independentistas, proetarras y otros enredos inconfesables que le permiten seguir en Moncloa, sin un Iglesias que le desate insomnio. Todo muy medido para esquivar el presente. Claro que se necesita visión de futuro, pero lo de Sánchez es otra cosa.

Comentarios