A TENOR de lo que trasciende, RTVE es ahora mismo un alborotado gallinero vencido por el caos, tanto en la televisión como en la radio pública, como si quisiera competir con la situación política del Gobierno y del país. Sálvese quien pueda y corran para guarecerse de los chuzos de punta. Ceses, dimisiones, deslealtades, descontrol, falta de transparencia o decisiones sectarias; con servidumbres y complacencias a podemitas, independentistas, proetarras... No es que sea nuevo en el ente, siempre al servicio del poder de cada momento, pero dicen que el presente supera a cualquier otro desbarajuste en la historia de la compañía. Rosa María Mateo, con un currículo cuestionado, arribó en 2018 como remedio transitorio, pero ahí sigue saboreando el cargo, no sin demostrar su incapacidad para sosegar el nido de víboras, sin que por ahora se vislumbre una resolución para el concurso público que normalice la gobernabilidad, opción siempre aplazada por intereses partidistas. Visto desde fuera, el embrollo podría ser un pasatiempo divertido, de no ser porque nos va al bolsillo. ¿Cuántos millones de euros se dilapidan para utilidad de unos pocos y quebranto de todos los demás? Sin pluralidad, mejor sería cerrar el tenderete.
