Opinión

Rapapolvo

FORMA PARTE de extraños escenarios o contextos que subordinan a la Justicia, y por lo mismo, difíciles de considerar. No todo es tangible. Si lo es, y de qué manera, el rapapolvo asestado por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León a la Audiencia de Burgos, pulverizando su discutido fallo condenatoria a tres jugadores de la Arandina por agresión sexual, resolviendo y suavizando el delito por abusos. De treinta y ocho años de encierro, agravados por una cooperación necesaria que se descarta, a la absolución de uno, cuatro años a otro y tres al tercero de los implicados.

Según algunos juristas, se impuso la cordura sobre una condena que, si no fue una chapuza, sí evidencia una inconsistencia procesal y penal que proyecta una preocupante disparidad de criterios en la práctica jurídica, no siempre entendible por el ciudadano, y que coadyuva a aumentar la desconfianza en el sistema. Son lógicas y necesarias las enmiendas emanadas de interposiciones modificativas, pero todo tiene su lógica y medida. Es cierto que las trasgresiones de carácter sexual suelen ser de por sí espinosas, pero a mayores suelen encresparse por reacciones adyacentes o juicios paralelos surgidos al arrimo de otras componendas que, quiérase o no, acaban incidiendo en las decisiones de los jueces.

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