Opinión

¡Qué vergüenza!

Vergüenza debiera de darles, no es el caso. Nadie se sonroja y sobran motivos para el bochorno. Un día, tras años demandándolo, finalizaron las obras del auditorio de Lugo, quedando por resolver flecos de funcionalidad, que son los que ahora impiden que eche a andar. El Concello zancadillea a la Xunta y la Xunta al Concello. Unos dicen negro y otros blanco, el clásico peloteo partidista que avala la ineficacia de la gestión. Alguien miente, o todos a la vez. ¿Qué se puede esperar de una caterva de embusteros? La alcaldesa asegura que la Xunta no responde a su llamada para que los técnicos de ambas instituciones dialoguen, lo que niegan en Santiago. Pero por si fuera poco el embrollo, el BNG, socio del bipartito en el Ayuntamiento, afirma que los técnicos ya están en contacto, afirmación que contradice a la alcaldesa. O sea, que en vez de dos fisuras, tres; era precisamente lo que faltaba para taponar todas las espitas de funcionalidad. En parte tenemos lo que merecemos, por depositar nuestra confianza en ineptos, pero el castigo es desproporcionado para la ciudadanía, la que paga religiosamente dedicaciones exclusivas a alguien empeñado en entorpecerlo todo.

 

 

Comentarios