Opinión

¿Qué diálogo?

EL DIÁLOGO debiera ser el arma más convincente en las relaciones humanas: familiares, sociales, políticas..., pero no siempre es posible. Dos no dialogan si uno no quiere. La primera imposibilidad surge cuando una de las partes se apoltrona en la intransigencia, porque ceder perjudica sus intereses. ¿Cómo van a dialogar, por ejemplo, Pedro Sánchez y Torra? Al catalán nadie le mueve de su intolerancia. Pudiera ser una táctica para conseguir mayores beneficios, pero es algo más que eso, es su fanatismo irredento. Ahora, ingenuamente España pide a la UE cambiar sanciones por diálogo en Venezuela, como si esa fuese la pócima milagrosa que doblegase al chavismo. Para muestra Zapatero, que acabó engullido por Maduro. Y siendo lo de Maduro «un golpe de Estado que se desarrolla en el tiempo», como lo define Felipe González, lo lógico es que el dictador (de facto) venezolano rechace cualquier intento de dirimir. Significaría ceder privilegios. Siendo como es un iluminado, que únicamente comulga con lo que le conviene, lo que le conviene es seguir masacrando al pueblo venezolano para no perder ninguno de sus atributos totalitarios. Todo lo demás son pamplinas.

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