Opinión

Pequeño comercio

SIENDO como es imprescindible para mantener un equilibrio necesario, el pequeño comercio suele, más de lo deseado, tirar piedras contra su propio tejado. Se quejan los comerciantes de este sector de que el cliente opte por las grandes superficies, sin percatarse de que en la mayoría de los veces son ellos los causantes de espantarlos. Hay de todo, como en botica, pero aún quedan los que se prodigan en desatenciones con el comprador, tratándolo como un extraño que entra en el establecimiento a pedir un favor. Lógicamente, el potencial cliente nunca vuelve.

En una carta al director, se quejaba ayer un lector de este periódico de que tras comprar una prenda en una tienda, ni siquiera se la envolvieron y pretendían cobrarle la bolsa, aprovechando que ahora se cobran, pero hay casos de casos y los productos no se pueden despachar a pelo por cumplir a rajatabla una norma que requiere matices. Para eso están las bolsas de papel, por ejemplo. Insistiendo en este tipo de comportamientos, lo lógico es que esas tiendas acaben por echar el cerrojo. El consumidor, ingenuidades aparte, no suele ser masoquista como para aguantarlos. Cada cual hace con su dinero lo que más le conviene.