EL SER humano vive, padece, sobrelleva, disfruta... sus problemas y satisfacciones pie en tierra, ignorando, o haciendo que ignora, que los océanos ocupan el 71% de la superficie terrestre, concentrando el 97% del agua; que el 94% de los seres vivos que habitan en el planeta se agazapan en el mar, con cerca de 235.000 especies; que las algas marinas producen entre el 75 y el 80% del oxígeno, o sea, el pulmón del mundo; que la dorsal mesoatlántica, sumergida y con 16.000 kilómetros, es la cordillera más larga del mundo, sumada a otras montañas marinas hasta completar 65.000 kilómetros, sumando 170.000 montes submarinos. Y eso que solo el 5% de la hondura oceánica está explorada, hasta el punto de que sabemos más al detalle de las superficies de la Luna o de Marte, por extraño que parezca. Pero la ignorancia no imposibilita que maltratemos nuestros mares con especial saña, vertiendo o depositando en ellos miles y miles de toneladas de basura, preferentemente plásticos indestructibles a corto o medio plazo. La celebración del Día Mundial de los Océanos sirvió más que nada para recordar que cada segundo lanzamos a sus aguas 200 kilos de residuos. Como la bolsa localizada a más de 10.000 metros de profundidad, como recién salida del súper. Un desastre que nos resbala.
