Opinión

Ninguna coña

La evidencia no engaña. El sector hostelero es de los más lacrados por las restricciones y cautelas impuestas para frenar la expansión de la pandemia, como lo es el comercio en general, por no mencionar otros perjuicios. Y quizá no les falte razón a los dueños de bares y restaurantes al sacudirse la responsabilidad que se les atribuye respecto a los contagios, exigiendo que no se les encorsete o demonice como principales culpables de la contaminación, para que sus negocios no desaparezcan. Pero también deben de ser conscientes de que algunos desaprensivos del ramo no cooperan para nada con su mal ejemplo a la hora avalar sus razones. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que un bar haya sido denunciado tres veces por incumplir la normativa de seguridad y no se le haya retirado la licencia, como en su día reclamó para los insurrectos el mismo presidente del gremio? El ciudadano duda de si las medidas represivas que se aplican, o que dicen aplicarse, son un paripé o son reales, con la debida sanción, Si fuese así, mal se entiende que aflore tanta reincidencia, lo mismo que con los fiestorros privados, expansiva bomba de relojería. Si se actuase con la firmeza que la situación requiere, es más que probable que no se detectase tanta insolidaridad. Oigan, que no es ninguna coña.

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