Opinión

Mentiras

Se sobreentiende que jueces y tribunales de Justicia, a la hora de emitir sus veredictos, se pronuncian con el aval de pruebas debidamente sustentadas, no en sospechas o indicios irracionales, y sin embargo se advierten a veces fallos faltos de argumentos. Suele ocurrir, por ejemplo, en (presuntos) delitos de agresión sexual, dando pie a que el Constitucional revoque con frecuencia algunas de esas condenas, por inconsistentes. Como bien apuntó Luis del Val en su artículo Mentiras de mujer, "la mentira de una mujer, o de una menor en vísperas de serlo, puede llevar a un hombre a la cárcel durante muchos años". Son repugnantes y vomitivos todos estos delitos, y por lo tanto merecen el máximo castigo, pero debe haber una probatura que los acredite debidamente, no atendiendo o valorando solo la versión de la presunta víctima, que por inquina o con ánimo de venganza mienta, a sabiendas de que lo que declare será suficiente para castigar a un inocente, antes de que se ahonde en las circunstancias del caso a juzgar. Cierto que la mujer puede ser sincera, tener toda la razón, pero también el hombre. Y en algunos casos no se le escucha, dando por buena y cierta la acusación de parte, con la gravedad que supone un castigo de pérdida de libertad para un inocente, totalmente indefenso.
 

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