Opinión

Lo imprevisible

MUY CIERTO que la presencia de Cristiano Ronaldo otorgaba remotas posibilidades de sorpresa a Portugal, pero también es verdad que pocos apostaban por su inesperado triunfo en la Eurocopa, doblegando a la poderosa Francia en su propio feudo. Y se produjo, no por carambola y sí superando todas las adversidades, para satisfacción de quienes deseamos siempre lo mejor para los más débiles, para los menos considerados dentro del complejo entramado futbolístico. Su gesta no hace más que ratificar que la principal grandeza y tirón de masas del fútbol sigue siendo lo imprevisible y la incertidumbre, salvo en competiciones de regularidad, como puede ser la Liga, en los que los más fuertes suelen imponer su ley, circunstancia que resta la emotividad que ofrece casi siempre un torneo corto, en donde la lógica y método de tácticas y sistemas cuenta menos en el desarrollo del juego, de once hombres contra otros once, de igual manera que el raciocinio de los presupuestos, porque inciden otros factores lejos del control de los más poderosos. Y eso seduce y genera el aliciente que de otra manera engordaría el aburrimiento y la apatía.

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