Opinión

Insolente show

Hay división de pareceres porque se entrecruzan intenciones. En su esencia, el culebrón que sostiene el duelo Rocío Carrasco/Antonio David, exmatrimonio abonado al gatuperio desde antes y después de romperse la unión, es un insolente acopio de desatinos, sin que sea el único entre parejas desavenidas, pero alentado en este caso por la caja tonta, que en el fondo lo explota para hacer caja y sumar audiencia, escudándose en la farsa de cruzada feminista, en donde unos seguidores están a favor y otros en contra. Lo prudente es que si las graves acusaciones de la supuesta ofendida son veraces, lo cual sería ignominioso, ¿por qué no actúa la Justicia antes de que se incendie la gresca mediante un juicio paralelo, sin ninguna garantía jurídica? El exguardia civil dice que no hubo malos tratos, lo que puede ser cierto o no serlo, pero en cualquier caso también tiene derecho a la presunción de inocencia hasta que se desentrañe tan penoso alboroto, que de confirmarse merece respuesta firme. Pero el bosque no deja ver el monte, y el impertinente show, con benefactores varios, aconseja no retroceder para serenar los ánimos y analizarlo desde la sensatez, sin frivolidades. Y no se objete libertad de información cuando se está pisoteando lo que llamamos respeto y cordura.

Comentarios