Opinión

Hijos de papá

POR aquello de que no siempre conviene dejarse llevar por apariencias (engañan), no es fácil deducir si lo que parece chanchullo lo es, o lo es sin parecerlo. Más que un juego de palabras, son ambigüedades que no ayudan a desentrañar el trasfondo de lo que no está claro. ¿Es justo que la comisión de controles selectivos del Ayuntamiento de Verín suspenda el proceso de contratación laboral por haber aprobado únicamente la hija del alcalde, en este caso socialista? Bueno es recordar que obtuvo la máxima puntuación, acertando 38 preguntas de las 40 que se formularon, mientras que el resto de los examinados puntuaron negativo, excepto el que alcanzó un uno. A bote pronto, pudiera parecer que hay gato encerrado, pero la aspirante, siendo hija del alcalde y por el hecho de serlo, ¿por qué no puede ser tan espabilada como arguyó en el examen? Sus contrincantes, salvo que se les tergiversase, no parecen lumbreras en óptimas condiciones de competir. No es este el único caso que afecta a hijos de papá, sin que ello quiera decir que no se den excepciones, pero por esa casualidad, inevitable, han de pagar muchos de ellos un peaje excesivo e injusto, un sambenito que no les permite competir en igualdad de condiciones con todos los demás. A cada cual lo suyo.

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