Opinión

Girando voy

AUNQUE SOLO sea por satisfacer la malsana curiosidad, bueno sería saber cuántos de los políticos que alguna vez cuestionaron (por ética y estética fingidas) los chollos de puertas giratorias (reservadas a altos cargos que pierden fuelle), en principio por inalcanzables a sus deseos, acabaron finalmente entregados y uncidos a su cínica incoherencia. Viene a cuento porque al menos una treintena de exaltos cargos o políticos, incluidos seis exministros del PSOE y del PP, siguen relamiendo el procedimiento, prodigados con fina destreza al brujuleo por consejos de administración de empresas participadas por el Estado.

Entre todos se pulen anualmente de fondos públicos alrededor unos ocho millones y medio de euros, según la información proporcionada por las compañías a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y al Consejo de Transparencia. Las ‘recompensas’, como muy bien cabe suponer, son impropias y escandalosas, algunas de más de medio millón de euros al año, y la mayoría rondando o superando los doscientos mil. Cifras desorbitadas, en cualquier caso difíciles de explicar y justificar en un mercado laboral saturado de mileuristas y parados, sin puertas que giren porque siempre las encuentran cerradas a cal y canto.

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