Opinión

Estampitas

SI NO tenemos para pan y compramos estampitas, la sensatez y la cordura fallan en su planteamiento. Las autonomías, consideradas necesarias en un sistema democrático, son sin embargo un saco sin fondo presupuestario, difícil de controlar, lo que no interesa ni se intenta. Qué más da si el dinero público, como diría la inefable Carmen Calvo, no es de nadie. No falta nada para que el erario sea absorbido por conselleiros, directores generales, jefes de gabinete y asesores. Ya se sabe que, enterrado el bipartidismo, los pactos para formar gobiernos o corporaciones con apoyo de las minorías salen por un ojo de la cara: el Concello de Lugo da fe. Prueba de lo dicho es la composición de los recientes gabinetes autonómicos, en que las consejerías aumentaron en diez de los catorce constituidos. Solo tres quedan como estaban y uno redujo dos: Andalucía. La explicación es sencilla. Los que llegan para sustentar a quienes carecen de mayoría para el momio exigen su inclusión en las intendencias regionales, y para que todos tengan su parte de tarta, se agregan nuevas covachuelas, la mayoría sin contenido, pero igual de caras. Una de ellas, por ejemplo, se "ocupará" del paisaje. No se sabe si para talar árboles, plantarlos, abanicarse u otear el horizonte.

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