Opinión

Elecciones/sucesos

DESDE hace meses, España está paralizada. Por elecciones, con el consiguiente cansancio del ciudadano, hasta el moño de oír y ver siempre las mismas proclamas, un disco rayado de descalificaciones entre políticos, sin ninguna propuesta útil a la que agarrarse, lo cual evidencia que lo que más interesa es asegurar plaza y ‘vivir’ otros cuatro años. Eso sin contar, claro, el gasto y el despilfarro que ello supone, por no haber agrupado el rosario de consultas en única convocatoria. El mejor baremo de disfuncionalidad del país se refleja cada día en los telediarios de las diferentes cadenas, cuyo contenido está claramente delimitado en dos bloques. Uno, el electoral, con un despliegue, en mucho casos, de dudoso valor informativo, por coñazo y poco creíble. El segundo lo acaparan los sucesos, cuya proyección sostenida se mantiene, sin altibajos. Robos, asesinatos, agresiones... con una gran variedad de contenido morboso. Eso sí, en otro capítulo colateral tampoco falta la información deportiva. O sea, que de la España real, nada aprovechable que merezca la pena reseñar. Por eso que el hastío es insostenible para los incapaces de ensartarse en esa dinámica que rubrica el pulso de país adormecido. Y entontecido.

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