QUIZÁ SEA por culpa de alguna innovación incomprendida, de una estrategia escurridiza para los que tanto añoran otro tiempo más exigente con la sensatez y la cordura (infelizmente vaporizadas), pero el ciudadano, una gran mayoría de los que visten, calzan y tributan, no entiende por qué los agentes de la Policía Local, los de carne y hueso, a los que se podía recurrir para informarte o quejarte, siguen esfumados de las calles de Lugo. Si alguno se deja ver, surge como una aparición espectral embutida en un coche patrulla, que solo acaricia el asfalto para sancionar a coches indebidamente aparcados, si es que los detecta, o atender alguna emergencia que depara la casualidad.
No es de ahora, pero precisamente ahora aumentó la plantilla con otros dieciséis uniformados, que unidos a los que ya había, completan el cupo de ciento veinticinco. ¿Muchos, pocos, depende…? Sí, depende cómo se mire y quién lo mire, pero si es para engordar el número en las dependencias de Montirón, hay otras prioridades que atender. Podrán excusarse razones operativas del organigrama, pero a la lógica le resulta inasumible la ausencia callejera, física y peatonal, de agentes locales. Claro, para eso está la Nacional, llamada a arreciar la vigilancia en el casco histórico.
