Opinión

Descerebrados

Viviendo en un país donde abundan los descerebrados a sueldo, tampoco se puede exigir sensatez, raciocinio y cordura entre el variado abanico de medidas que se promulgan, cuyo enfoque debería ser el de resolver problemas y no crearlos, pero aun así es difícil de entender la irresponsabilidad o la incapacidad de quienes las adoptan. Lo comentaba y criticaba ayer Arturo Reboredo, sumando su parecer a los innumerables reproches que recibe la absurda decisión de la DGT prohibiendo rebasar en veinte kilómetros por hora el límite máximo en carreteras de doble sentido cuando se adelanta a otro vehículo, lo cual multiplica el riesgo y el peligro real de choque frontal, por la sencilla razón de que la maniobra se prolongará en el tiempo, con más posibilidades de no poder esquivar a los que circulan de frente. Quienes lo incumplan por evitar potenciales accidentes se exponen a la sanción, pues habrá radares a porrillo para hacer caja, que es en el fondo de lo que se trata, como si la velocidad fuese la única causa de los siniestros. Cuesta mucho suponer que en el cuadro técnico y de decisión de la DGT no existan versados capaces de espantar despropósitos reñidos con el sentido común, pero no queda más remedio que suponerlo. Y además, cobran y muy bien por ello.

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