Opinión

Carril cabreo

POSIBILITAR el pretendido e higiénico uso de la bicicleta en espacios urbanos, como método saludable y modo de aligerar el tráfico, con carriles específicos, no presupone forzar su uso más allá de la voluntad de cada cual. En Lugo, por lo visto, no somos dados a movernos en bici, y quienes lo hacen optan por aceras reservadas a peatones. García Díaz, siendo alcalde, montó el carril bici que unía el centro con el campus universitario, y fracasó. Dicen que los estrenados ahora tampoco acaparan ningún tropel, pero sí originan cabreos y generan inconvenientes entre vecinos y comerciantes de diferentes zonas concernidas, al restar aparcamientos o dificultar el acceso a garajes, aparte de dificultar la circulación de vehículos. Por eso los residentes en Marqués de Ombreiro recogen firmas en contra. No se les consultó, dejando la zona sin sitios para estacionar, perjudicando gravemente, dicen ellos, a hosteleros y comerciantes. Quienes diseñaron el plan, sobre el plano, lo vieron liso y llano, fijándose en los pros y omitiendo los contras, que es por donde deberían de haber empezado. ¿Cómo es posible que el Concello se columpie con tales improvisaciones? A los perjudicados, que pagan impuestos, se les privó de opinar y decidir, siendo mucho más fácil que rectificar.

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