Opinión

Su turno, por favor

Si la anécdota del baño de Fraga y Cabanillas aconteciera en este próximo verano de 2020, habría que empezar la narración posterior con que el ministro y el subsecretario fueron multados por bañarse sin cita previa. No por practicar el nudismo aunque, con la ley mordaza resucitada como arma útil en el confinamiento después de anunciar su muerte mil veces, a lo mejor los multaban también por escándalo público. 

‘La cara, Manolo, la cara’ es la frase que se atribuye a Pío Cabanillas cuando el ministro Fraga y él se bañaban en pelota picada. Abandonaron el agua con urgencia ante la llegada al arenal de una excursión de colegialas con sus monjas. Fraga se tapaba sus partes pudendas con las dos manos. Pío, siempre sabio, la advirtió al ministro que lo reconocerían por la cara y no por sus genitales. De ahí, el consejo: la cara, Manolo, la cara. Era un día muy caluroso. Les sobraba tiempo para llegar al almuerzo que figuraba en la agenda y cedieron, lógico, a la tentación de una playa hasta aquel momento solitaria. Pero el próximo verano, este que está a un mes, al ministro y al subsecretario les habrían llovido las peticiones de dimisión por bañarse sin cita previa, con la multa de la consellería de Medio Ambiente y la del ministerio del Interior. 

La nueva normalidad parece definida por la cita previa, las colas y las aplicaciones que nos controlen hasta en la más estricta intimidad

La nueva normalidad, además de recuperar la provincia, parece definida por la cita previa, las colas y las aplicaciones informáticas que nos controlen hasta en la más estricta intimidad. El Cis dirá que con el aplauso general, lo cual, aunque fuese real, no garantiza bondad ni calidad.
Todos estos sermones de ejemplaridad en el cumplimiento y de civismo modélico forman parte del discurso hueco con que nos obsequian los gobernantes desde que nos aplican tratamiento de colegiales. Suspendieron la ciudadanía. Exigir cita previa para pasar unas horas en la playa suena a práctica de internado en el que los colegiales tenían que pedir permiso para poder orinar. Ni con las playas ni con la adoración nocturna se discute el objetivo: evitar los contagios, salvaguardar la salud de las personas. Pero sí se podrá mostrar asombro ante la voz de Siri desde el móvil cuando diga: su turno, por favor. Ya puedo entrar en el arenal. Espero que además no me ordene: ¡al agua! cuando está fría, como es norma por estas latitudes.

Un poco de sosiego no les vendría mal en esta aceleración por dictar normas, como camarero que despachaba cervezas en el chiringuito de la playa, e imponer multas, va más de un millón desde que empezó el confinamiento.

Un ciudadano que reside en la capital ourensana y ha de viajar al Barco de Valdeorras (provincia de Ourense), la lógica de la ruta le conduce por la provincia de Lugo: una hora y veinte minutos, por Monforte, frente a tres horas para no salir de la provincia, por Trives. Los agentes de la autoridad solo entienden de provincias: haga usted el viaje de tres horas. Así se lo hicieron saber para sucesivas ocasiones a quien desde Ourense visita a su anciano padre en Valdeorras.

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