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Señora Merkel

La presidencia alemana en la UE es factor positivo para que salga adelante el Plan de Recuperación
Señora Merkel
photo_camera MARUXA

SEÑOR DIRECTOR:

Es general la percepción y la opinión, que se corresponde a los pronósticos, de que España necesita como agua de mayo para el campo los recursos que puedan llegar de Europa para hacer frente al impacto del parón de la actividad por la pandemia. Llámese Fondo de Recuperación o como sea. No es necesario recurrir a los analistas económicos o a los políticos, la opinión pública ve en Europa una esperanza para un panorama que se presenta muy duro económica y socialmente: caída del PIB, recesión pura, y paro. Ahí aparece Angela Merkel como figura fundamental: Alemania preside este semestre la Unión Europea. Llega en un momento capital para Europa. Las vueltas que da la vida: la canciller alemana que en 2010 era el objetivo de los dardos críticos desde países como España, por la imposición de su ortodoxia de control del déficit, estabilidad presupuestaria, el tabú de la deuda o la negativa a mutualizarla, ahora en 2020 aparece como la gran esperanza blanca que salve la Unión Europea y que esta, la UE, dé respuesta a las demandas de los países del Sur para hacer frente a la crisis que deja la pandemia.

La urgencia

Me imagino que por tanto usted coincidirá en que habría que ver desde aquí esta negociación para el acuerdo en Europa para ese programa de reconstrucción como la primera cuestión en la agenda política y ciudadana española. La urgencia la muestra la demanda del Gobierno que pide acceder a la disposición de los recursos del Fondo de Recuperación desde el primer momento. Es uno de los puntos de desencuentro en la negociación entre los gobiernos.

«Lo peor está por venir», advirtió la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, frente a los desencuentros del Norte y el Sur europeo y para mostrar, al tiempo, la urgencia de una respuesta. Angela Merkel, en una acción de trabajo político interno, no se anduvo por las ramas en el Bundestag: estamos ante el reto más grande de la historia de Europa (UE). La economía alemana depende del mercado europeo: Alemania necesita a Europa y viceversa. Las citas que ligan la solidez europea a la respuesta conjunta de la UE a esta crisis del coronavirus podrían extenderse ampliamente: recuerde las graves advertencias de Macron para la propia pervivencia de la UE, del primer ministro italiano o del español. La Unión está, en opinión del profesor Steven Forti, ante la ocasión de «relanzarse o periclitar, aunque sea de forma paulatina».

Hay avances positivos, según algunos expertos en la política y las tradicionalmente complicadas negociaciones dentro de la UE. Lo dicen quienes saben leer los movimientos en Bruselas, que a los profanos nos parecen tan complicados y tan para iniciados como la política vaticana. Señales reales de cómo pueda evolucionar la no resuelta negociación para la aprobación del Fondo de Recuperación las tendremos a mediados de esta misma semana. El Consejo que se anunció para los próximos días 17 y 18 será la prueba.

La pieza

Angela Merkel es la pieza que puede hacer posible el difícil equilibrio entre los planteamientos distantes del Norte y el Sur. Una muestra de las distancias la tuvimos en el choque, con tono público subido en las descalificaciones entre Italia y Holanda o en las críticas de António Costa, primer ministro portugués, frente a las descalificaciones hacia España e Italia del ministro holandés de Finanzas. Para este el acuerdo podría quedar para el otoño, cuando ya los problemas hayan estallado

Sobre esa política negociadora de Bruselas me permitirá usted que le recuerde una desternillante anécdota del duro y entonces recién llegado José María Aznar. La cuenta Tony Blair en sus memorias. Aznar abandonó una reunión de mandatarios europeos que discutían el Tratado de Ámsterdam: la negociación no iba por donde él quería para los intereses de España y se fue a fumar un puro a otra sala. Había formulado su posición y a los demás les correspondía tomarla en consideración y ponerse de acuerdo. «No tengo prisa, Me quedan todos estos». Contaba con varios puros en el bolsillo para esperar fumando, y se los mostró a Blair, cuando este fue a mediar para que el español regresase a la reunión. Blair y Aznar, por cierto, se hicieron buenos amigos.

Una mujer fuerte

En este contexto crítico, el actual y no el de la anécdota aznaril, se entienden los elogios y las muestras de satisfactoria confianza que estos días recibe la señora Merkel desde posiciones ideológicas diferentes. Las opiniones que recogieron los medios de comunicación, también de destacados analistas españoles, muestran que ha sido una afortunada coincidencia que le haya correspondido a Alemania, en las actuales circunstancias, la presidencia de la Unión Europea para este segundo semestre de 2020. Angela Merkel es considerada hoy el auténtico referente europeo y europeísta. Sus intervenciones en la política alemana y hacia el resto de Europa van en esa dirección, hasta hay quienes ven entusiasmo en sus proclamas europeístas. Merkel es una garantía de liderazgo: lo demostró frente a la crisis financiera que siguió a 2008 o frente a la crisis de los refugiados, con su política de puertas abiertas que le creó problemas dentro de su propio partido y de la CSU, la versión bávara de la democracia cristiana.

Sin dogmas

Tal como hizo suyas internamente en Alemania, hay quien dice que se las apropió, las políticas sociales o las negociaciones con los sindicatos, que podrían diferenciarla del SPD, su socio socialdemócrata de coalición de gobierno, ahora deja atrás, como le decía, los dogmas del déficit y la estabilidad presupuestaria o el tabú de la deuda, que marcaron su liderazgo europeo, y su "mala prensa" en países como España, en la última Gran Depresión. Algunos la comparan con el liderazgo que representó la señora Thatcher. Nos resultará imposible encontrar las coincidencias entre las dos mujeres en las posiciones políticas. La única comparación es la de dos mujeres en importantes posiciones de poder, que se lo ganan, con liderazgo y decisión en los momentos difíciles.

Angela Merkel apunta al último tramo de su mandato en la cancillería, habrá elecciones federales antes de octubre del próximo año, y aparece como la gran esperanza para salvar la Unión Europea cuando todo indica que asistimos a su despedida de la política, el próximo martes cumple 66 años, después de liderar la CDU durante 18 años (2000-2018) y ocupar la cancillería desde 2005.

Admítame usted, señor director, un último chascarrillo: si Merkel fuese española, y con los problemas de liderazgo que hay en la CDU, sin candidato todavía, volvería a presentarse a la reelección el próximo año. No habría que forzar el argumentario. En la orfandad de liderazgos europeos sólidos, Macron anda en horas bajas y regresó al eje París-Berlín ya para la elección de la presidenta de la Comisión, después de los escarceos con un hipotético eje París-Madrid-Roma que dejó en la estacada a los socialdemócratas, «y a Sánchez en particular».

De usted, s.s.s.

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