Opinión

Libertad o provocación

La justicia francesa reviste de acontecimiento extraordinario el juicio por los atentados yihadistas de enero de 2015 en París contra el semanario Charlie Hebdo y un supermercado judío kosher. Hay quienes consideran este juicio, que se abrió ayer y se prolongará hasta noviembre, como un hecho histórico, sin que la calificación caiga en la banalización habitual en políticos y medios.

Existen al menos dos razones para ver su relevancia. Está el impacto que sufrió la sociedad francesa, y la repercusión en Europa y el mundo, por el número de las víctimas y por producirse en poco más de medio año en Francia varios atentados, que generaron clima de inseguridad y temor. En noviembre de aquel 2015 se producía el atentado contra la sala Bataclan, que se llevó 130 vidas y dejó las calles de París en silencio durante semanas. A mediados del año siguiente, julio de 2016, otro atentado yihadista ocasionaba 87 muertos en Niza.

Esta violencia muestra la no integración en la sociedad abierta de la inmigración musulmana en Francia, y en Europa. Sucede con las generaciones que ya han nacido y han sido educadas aquí. El Ministerio de Interior francés hablaba en 2015 de la presencia de 8.000 islamistas subversivos en suelo francés. La estimación se repite cinco años después. Hay problemas serios de marginación socioeconómica pero hay también un problema de incompatibilidades culturales, con base o alimento en las creencias religiosas. Hay un problema de educación en los ‘valores de la república’, los de las libertades. Esta es la cuestión, los valores, no quién ocupa la jefatura del Estado.

Cuando al diferente, o indiferente, en materia religiosa se le califica de infiel se le está marcando como no fiable, desleal, enemigo en definitiva. Cuando la religión y la política se identifican, manda la intolerancia y es ley la persecución política, cultural y social, como muestra la historia y sabemos en España.

Con todo el escándalo que se quiera, Michel Houllebecq, provocador y "primera ‘star’ de la literatura francesa después de Sartre", según L’Obs, plantea en Sumisión una cuestión real. Sitúa el escenario en 2022. Un islamista moderado vence en las presidenciales francesas a la candidata del Frente Nacional. La Sorbona se transforma en una universidad islámica y las mujeres cambian su vestimenta: dos muestras del repliegue de la sociedad secular, heredera de la Ilustración.

¿Es provocación o es afirmación de las libertades lo que hicieron en 2015 y en el número extraordinario de esta semana en Charlie Hebdo con las caricaturas de Mahoma? No hay islamofobia: el mismo tratamiento que a Mahoma se lo dieron a Jesús o a Yavé. Provocó malestar y críticas entre los grupos ortodoxos de estas religiones monoteístas: cada una se considera como la única verdadera.

Están en su pleno derecho a exigir respeto a sus creencias. Pero un semanario satírico es por definición irrespetuoso. Tiene que caber en una sociedad abierta, secular. La aceptación de la integración en la tolerancia, del pluralismo como valor superior, secular en sus normas de comportamiento, es proceso abierto todavía en muchos ámbitos del catolicismo español y europeo. Ese proceso tienen que recorrerlo igualmente los musulmanes en Europa. La marginación económica y social no es el camino.