Opinión

Los veteranos

EN ESTA sociedad nuestra, envejecida pero curiosamente gobernada por los jóvenes —los sexagenarios son ancianos en los escaños de las Cortes Generales— parece que los que están en la alineación de mando, en la alineación, porque mandar, ya se sabe, según nuestra práctica. y sin remedio, solo lo hace uno; se sigue el viejo adagio de pluribus unum (de muchos uno), parece, digo, que les molestan las consideraciones y opiniones de los que fueron, claro, salvo que les alaben.

En esa realidad hay que inscribir la reacción de la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, que ha manifestado respecto a las declaraciones del expresidente de la Junta de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que ha dicho que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, "no es el dueño del PSOE", y de Alfonso Guerra, exvicepresidente del Gobierno y exvicesecretario general del PSOE, que ha calificado de "antinatural la alianza de Gobierno y afirmado que se están tomando en el Partido Socialista "decisiones autoritarias ", llegando a considerar "absolutamente despreciable" el pacto presupuestario con Bildu, respondiendo a estos y a otros: Vázquez, Leguina, Redondo Terreros, Rojo, y más históricos, que : "Yo siempre escucho atentamente a nuestros mayores pero ahora nos toca a nosotros. Somos una nueva generación a la que le toca dirigir el país y la dirección del PSOE". Y hay que entender sin temor a equivocarse que ella lo ha dicho, pero sin duda expresa el parecer de los demás convocados por el entrenador, y del entrenador mismo, el uno y único, que no la ha desmentido.

Lo acontecido es algo que importa no solo a los militantes socialistas, porque el PSOE sigue siendo uno de los dos partidos del bipartidismo imperfecto en el que descansa nuestro sistema político y podría considerarse desde muchas ópticas. La primera, de directa aplicación a la señora Lastra, está resumida en el viejo dicho latino ‘tantum possumus quantum scinus’. (Vales tanto cuanto es tu saber). Lo que podemos vincular a otro adagio: ‘non scolae, sed vitae discimus’ (no aprendemos en la escuela sino en la vida).

De modo que los veteranos normalmente tienen más experiencia porque han vivido más, y si seguimos lo que recogen las máximas consignadas, saben más, aunque hoy no estén al mando. Además, lo que dicen lo razonan, quizás porque la experiencia se adquiere razonando mucho, y lo hacen desde la posición política en la que hace mucho tiempo se situaron, de la que no es razonable que se les expulse porque discrepen de decisiones del actual liderazgo y lo manifiesten.

Si lo hacen público es por responsabilidad y porque les preocupa, como nos inquieta a tantos que somos ajenos a la familia socialista, la deriva que, bajo la batuta del señor Sánchez, para asegurar su permanencia en el poder, está imponiendo al PSOE.

Es más que probable que algunos crean que si las vestales desempeñaran hoy su alto cometido en algún lugar, podrían entrar y salir e ir a bailar sin comprometer sus funciones. Y no, no podría ser así. No serían vestales, ellas no podían salir nunca de su templo, salvo en circunstancias y por razones extraordinarias. Por eso nadie podía interponerse en su camino cuando excepcionalmente abandonaban su clausura. La clausura definía a las vestales. Su ministerio no admitía ligerezas ni aventuras.

Solo con razonamientos tan caprichosos e inanes como los que aportan al debate actuales "jóvenes " dirigentes , no solo del PSOE, cabe manejar los principios, que existen, siguen existiendo, con la venalidad con la que lo hacen. No, los principios no tienen excepciones, no son derogables temporal o circunstancialmente a conveniencia. Los principios son permanentes. Y no solo es bueno, es necesario, es imprescindible que se sepa a que principios se atienen las fuerzas políticas. Eso está por encima del liderazgo y no solo es conveniente, es misión de los que desde la historia son depositarios del legado partidario, del acervo del partido, alzar su voz cuando los que hoy lo dirigen ignoran lo que es esencia, lo que ha constituido guía de actuación, lo que explica y justifica el grito de Alfonso Guerra: "con Bildu no". Y los concernidos por el aviso, no solo deben escuchar sino también atender, precisamente porque están al timón.

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