Opinión

Puigdemont, a por los bises

El señor que presidía una República en Second Life desde Waterloo ha sido detenido en un festival folclórico en Cerdeña justo cuando el carpintero va a entregar la tabla redonda para la mesa de diálogo y en el mismo momento en el que calienta la negociación presupuestaria. ¿Casualidad? No lo creo. Siempre fue un maestro en medir los tiempos como un auténtico cobarde y un ser ilustrado en una de las ramas más trabajadas de la historia: la jeta. Después de vender a los suyos por cuatro chocolates y unos mejillones reguleros, parece quiere socializar los días de cárcel de los recientemente indultados, equiparando Estrasburgo con Estremera. No es un patriota, solo es el tonto que va a todas partes con la guitarrita porque si no es el protagonista, revienta. Y nos va a dar otro concierto.

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