LOS ESPAÑOLES nunca hemos sido buenas plantas de interior. Además, nadie estaba preparado para que nos quitasen la primavera. Mientras atravesamos este barbecho ingrato, cuando todo pinta a que el pico lo vamos a bajar pisando ortigas, no estaría mal recordar a Abraham Lincoln y su reflexión sobre las rosas: "Nos podemos quejar porque los rosales tienen espinas, o alegrarnos porque los espinos tienen rosas". Toca conformarse con encontrar una rosa de vez en cuando entre tanta espina y consolarse pensando que, cuando lleguen los tiempos de la siembra, vamos a ir sobrados de abono. Porque, otra cosa no, pero entre la descoordinación del Gobierno y el descontrol de la oposición la mierda nos está saliendo ya por las orejas.
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