Opinión

Turistear por Galicia

Cada miércoles la prensa reproduce algún dicho de la ministra portavoz del Gobierno cuya poderosa imaginación confunde a los ciudadanos. La semana pasada tampoco defraudó. Preguntada por qué no se permite a los españoles viajar por todo el territorio nacional si aportan una PCR negativa, igual que se permite a los extranjeros, contestó: "La respuesta no es binaria en el sentido de que las comunidades son las que tienen capacidad de hacer el cierre perimetral". 

¿Qué habrá querido decir? La verdad es que mostró tal incapacidad comunicativa que sus palabras necesitaban un exégeta para desentrañar el significado. Menos mal que salió al quite un internauta e interpretó a la ministra: "Cualquier español puede viajar a cualquier ciudad europea, excepto a Segovia, Bilbao, Santiago... y a todas las comunidades de España que no sean la suya". 

El hecho de que ciudadanos franceses vengan a Madrid o que los alemanes recalen en las Baleares se puede entender desde el punto de vista económico para intentar salvar algo de lo que queda del turismo. No se entiende viendo la situación sanitaria sabiendo, además, que gran parte de Europa está entrando en una nueva ola de la pandemia.

Pero que a un gallego se le impida ir a ver a sus parientes a Vegadeo o pasar una tarde en El Bierzo roza el esperpento y, si me apuran, hasta la crueldad por tamaña limitación de derechos. El riesgo, dijo un portavoz de la Comisión Europea, es similar para los viajes transfronterizos que para los domésticos.

Dicho esto, ¡lamentaciones fuera! No hay mal que por bien no venga y esta contrariedad nos brinda la oportunidad de aprovechar la semana festivo-vacacional para viajar calmosamente por Galicia y redescubrir el patrimonio monumental en ciudades y pueblos, disfrutar de sus múltiples paisajes, perderse en los valles o en las montañas, ver cómo rompen las olas en la costa o escuchar el murmullo de las aguas de alguno de los mil ríos.

Galicia, decía Castelao, "é todo un mundo" y, sea cual sea la ruta elegida, el viajero encontrará cultura a raudales, sus monumentos y su paisaje exuberante conforman una deslumbrante sucesión de belleza. Y cuando llegue la hora del descanso le espera, como premio, el complemento más prosaico de las viandas de esta tierra, variadas y ricas, que piden ser regadas con cualquier vino de las cinco denominaciones galaicas.

Ser turista en la propia tierra es una recompensa excelente. Es, además, una ayuda al sector turístico que aporta mucho al producto interior bruto de Galicia y en este momento necesita ser sustentado por todos los gallegos.

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